Merckx y entrevistas en Al-jazeera

Siete horas de avión bastan para huir del frío europeo. Bien entrada la medianoche, 21ºc nos reciben en Doha, su imponente skyline y el Ritz Carlton como destino. Allí, en 23 pisos de lujoso hotel, se narraba la carrera en una convivencia diaria de 24 horas. Desayunos, puesta en marcha, salida al punto de partida, regreso tras la etapa y cena. Los ascensores, a pesar de su grandeza, hervían en las horas punta. El camino hasta el comedor podía llevar unos diez minutos sólo en cuanto a la llegada del elevador se trataba, gratificante cuando lo esperas al lado de Mark Cavendish o en otra ocasión es al abrirse cuando saludan, efusivos y sonrientes ante el reencuentro que supone la nueva temporada, Philippe Gilbert y Thor Hushovd. Seguir la etapa es una aventura aparte. Apenas dos carreteras, una de ida y otra de vuelta, se extienden por Qatar. En el desvío hacia la salida de la crono en Lusail, el conductor se equivoca, así que los 30 kilómetros desde el hotel se deshacen para regresar casi hasta el punto de partida, pues allí está la única rotonda que permite cambiar de sentido. Pero todo es más llevadero con buena compañía, chistes y risas junto a Alasdair Fotheringam y Carlos de Torres, o las charlas que nos descubren a un cercano y agradable Eddy Merckx, sólo interrumpidas por la petición de Al-jazeera de entrevistar en directo a los enviados especiales a Qatar. Para ellos formábamos parte del extraño colorido escasamente cubierto que venía de Occidente.