Ciclismo a Fondo

El Tiburón de los dos mares

Nueve flashazos en el caminar del mar Tirreno hasta las aguas del Adriático.

- Desde San Benedetto del Tronto (Italia) Ainara Hernando Fotos Tim de Waele

NIBALI ROZA LA PERFECCIÓN

Clase en montaña y fortaleza en crono. Es el reencuentr­o consigo mismo, con el

Tiburón de dientes afilados que en 2010 fue tercero en el Giro de Italia partiendo con Basso como capitán del Liquigas y que después ganaría la Vuelta. En realidad es mucho más que eso. Aquel corredor de sangre fría y motor diésel que se recompuso del ataque de Mosquera en la Bola del Mundo y cuando todo parecía perdido atrapó al gallego, se ha transforma­do en un ciclista atacante, con piernas para azotar a sus rivales y mantener su descomunal ritmo. Así lo hizo en Prati di Tivo cuando, a 4 km del final, lanzó su órdago ante Horner, Kreuziger y demás favoritos. Su estado de gracia quedó inscrito antes, en Chieti, donde sólo un ambicioso Sagan le privó de la victoria. Nueve kilómetros de contrarrel­oj le sirvieron para sepultar a Horner y asestar el golpe final a la general con un rendimient­o que avisa del enorme progreso hecho gracias a su trabajo en velódromo las semanas previas a la Tirreno. Cada vez más cerca de la perfección.

AÑO I DZ (DESPUÉS DE ZOMEGNAN)

Se echó mucho en falta a Angelo Zomegnan en la Tirreno-adriático. Ha sido la primera carrera por etapas después de su marcha de RCS Sport, empresa organizado­ra de la Carrera de los dos mares y del Giro de Italia. Faltó una personalid­ad propia que da una carrera con sorpresas y emociones, un espacio para la improvisac­ión que eran su santo y seña. Su firma a base de repechos inesperado­s que no estaban indicados en el libro de ruta, recorridos de estrechas carreteras o finales más selectivos. La TirrenoAdr­iático no fue más allá de los cánones: dos cronos, una por equipos para abrir la prueba y dar orden a la general y otra para cerrarla -en la foto Cancellara-, dos etapas al sprint, dos llegadas en alto de la cual una era montañosa y un circuito a la

italiana, el de Offida. Faltó ese carisma que imponía Zomegnan con su sola presencia, su forma de ejercer como auténtico capo de la carrera.

100% PURITO

Se lamentó Joaquim Rodríguez de no tener las piernas que esperaba en el explosivo final de Chieti. Era la etapa señalada, pero el catalán no estuvo con los mejores cuando comenzaron los ataques. Sin alarmas encendidas, la temporada es larga y los objetivos aún lejanos, pero la victoria de Offida permitió a Purito respirar el aire puro que otorga la materializ­ación de un trabajo que va por el buen camino. “No tanto como una liberación pero casi”. Lo hizo “de forma inteligent­e”, dijo después Freire. Sabía donde atacar para sorprender a los hombres de la general, “el sitio perfecto”, explicaba el tricampeón del mundo, para quien en un principio trabajó Katusha en el circuito. Una subida que precedía el desnivel cuesta abajo donde le perdieron de vista le sirvió para sorprender. ¿50 metros más y...? “¡Y no llego!”, gritó en meta. Así cerró una etapa en la que desde el inicio estuvo tirando para formar la escapada. Cuando vio que la fuga buena no era de hombres de peso desistió y esperó para terminar metiéndose­la en el bolsillo bajo la firma de la chispa y el ataque mortal. 100% Purito.

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