Ciclismo a Fondo

La fuerza del destino

- Texto Miguel Ángel Chico

Alberto Mansino Martín, segoviano de 40 años afincado en Madrid, estaba predestina­do a pedalear por una circunstan­cia de peso: "Perico Delgado vivía en el edificio de enfrente".

Era imposible no verse atraído por las dos ruedas con un vecino de tal calibre. "A los 11 años mis padres nos compraron la bici de carreras. Con el traslado familiar a Madrid quedó aparcada y lo retomé hace unos 11 años. Llevo 8 en la P.C. Ondarreta de Alcorcón". Acude a tres o cuatro marchas cicloturis­tas al año. "Las que quedan cerca de Madrid (Perico, Carlos Sastre, Cimas de Gredos, Peña Negra y Tremedal). Mi preferida es la Perico, la tierra tira demasiado. Arrancar en el Acueducto, y llegar a tu ciudad bastantes horas después, no tiene color. Este año debuto en la Quebrantah­uesos. Quiero saborear todo lo que significa la QH: la marcha, la estancia, el ambiente...". Alberto, que disfruta de cualquier carretera o puerto, a poder ser tendido, desde el que se vea el mar, confiesa tener "alma de gregario. La gente pedalea sin agobios a mi rueda. Dada mi complexión, no precisamen­te delgada, a partir de un 10% de desnivel considero insensatos a los que hicieron así la carretera. Lo que se me da mejor es aguantar estoicamen­te durante varias horas de ruta las charlas de dos de mis amigos y compañeros. Sin querer dar nombres, son Tomás y Antonio. No callan", nos cuenta divertido. Aunque no suele calcular los kilómetros que recorre por temporada, en 2011 sí lo hizo, "fueron 9.300", y como anécdota cita "una foto que me hice con Carlos Sastre en la edición 2010 de su marcha. Le dije que se la enviaría dedicada y recibí su atento agradecimi­ento unos días después. Aprovecho para pedirle disculpas por mi atrevimien­to". La pájara que nunca olvidará la sufrió un par de años antes. "Era agosto y mi primera salida tras dos meses lesionado. Iba a hacer 40 kilómetros, así que decidí no llevar comida. Me crecí a destiempo y alargué la ruta 20 km más porque no había dificultad­es orográfica­s. Los últimos 15 iba vacío y los hice con 34-21/24. Sin palabras". Agradece sin reservas el apoyo de su pareja. "No tenemos hijos, con lo que resulta más sencillo compaginar vida personal y entrenamie­ntos. No obstante, no podría emplear tanta dedicación sin la ayuda y la comprensió­n de mi cónyuge. Gracias, Mayte". Abogado de profesión, sólo monta en bici "sábados, domingos y festivos, siempre que la meteorolog­ía lo permite. En julio trato de salir una tarde entre semana. Quizá algún día me compre un rodillo". Alberto, que se ve encima de la bici por mucho tiempo, "hay gente con más de 80 años por las carreteras y no me importaría seguir dando pedales a esas edades", de la competició­n se queda con "las clásicas de primavera, me encantan. Tengo admiración por profesiona­les como Txente García Acosta, lástima su retirada. De los superdotad­os, disfruto muchísimo con Alejandro Valverde y Fabian Cancellara". Entre lo que más le gusta del cicloturis­mo está "conocer carreteras nuevas, poco transitada­s, a poder ser en compañía de mi grupeta. En lo que menos no seré original: el poco respeto y paciencia que se detecta hacia los ciclistas en carretera. Se dice que somos un peligro, pero lo que es peligroso es un vehículo de 700 kg sin control". Entre sus interesant­es reflexione­s terminamos con los motivos por los que escogió este deporte. "Se lleva dentro -y los de Segovia, más-. La sensación del aire en la cara, la -poca- velocidad, la libertad, el ánimo de superación que conlleva, cómo te ayuda a conocer tu capacidad, tus límites, y por supuesto... la ducha y la cerveza de después".

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