Dolce gusto
Qué mejor ocasión que el Giro de Italia para traeros dos excelentes embajadoras del país transalpino. Diferentes, pero con una característica común: una marcada personalidad propia.
Evidentemente no nos encontramos ante una comparativa. Muy poco tienen que ver estas dos máquinas que este mes os mostramos, ni en gama, ni en comportamiento. Ambas cuentan con las ideas muy claras de a qué público van dirigidas y son un perfecto ejemplo para diferenciar conceptos. Por un lado tenemos la nueva CLX 3.0, reencarnación de uno de los modelos más afamados de la marca del trébol. Con un montaje muy equilibrado y lógico, salvo las pesadas ruedas
que desentonan claramente, logra un precio contenido que la orienta hacia un público generalista. Muestra un carácter dócil e intuitivo marcado en gran medida por su geometría, siendo su principal campo de juego allí donde toque pasar largas horas sobre la bici sin importar el tipo de carretera y sin desdeñar los escarceos si en algún momento decidimos exprimirla. En el otro polo, una perfecta máquina de competición. Réplica de la utilizada por los Cunego, Scarponi y compañía. La Zero.7 se dota de lo último: cuadro de alto módulo con nanopartículas, pedalier sobredimensionado y sobre todo el esperado Campagnolo EPS del que pudisteis ver un completo artículo en nuestro anterior número. Sin medias tintas, sólo vale ir lo más rápido posible. La posición es exigente a la par que efectiva y conducirla fuerte por terreno de montaña requiere cierta destreza. Dos conceptos opuestos, dos formas diferentes de disfrutar de este maravilloso deporte. Tan válida una como otra. Ambas impregnadas de esa pasión que solo los italianos son capaces de dar a sus creaciones.