Ciclismo a Fondo

Al alcance de muy pocos

- Texto Ainara Hernando Fotos Graham Watson

"Ojalá haga calor, ojalá sea extremo", suplica Purito en la meta de Le Grand-Bornand y mira al cielo, que "hoy no he tenido un día nada bueno", que se sentía "bien", claro, es una premisa en la decimonove­na etapa para aguantar con Froome, con Contador y con Quintana e incluso atacarles en el último puerto, "pero sin fuerzas, porque no iba súper". Por los años, por la veteranía quizás o por la personalid­ad, Joaquim ha acabado por pensar que la ambigüedad, el engaño o la contradicc­ión en las declaracio­nes, el ocultar sensacione­s, no sirve de nada. Para qué, si por mucha mentira que se diga delante de grabadoras, que después exprimen palabras en páginas para la posteridad, es luego la carretera el gran juez. Ella, tan cruel como benévola a veces, dictará la sentencia por mucho río de tinta que corra como sangre en las batallas. De eso, sangre, ve Joaquim dos días antes de llegar a Ax 3 Domaines. Una caída camino de Montpellie­r que lo desgarra y hasta le sube al rodillo al llegar a meta. "Qué triste, ¿eh? -dice con lo poco que le gustan a él estas ridículas modas-. Pero ante el desespero, me voy a poner aquí a ver si es verdad que ayuda". El día señalado, la etapa que a 40 kilómetros de casa, en medio de los Pirineos, se teñirá con banderas y camisetas azules que dibujan su nombre y sonrisas, las que Manolo, Manoli, Yolanda, Elsa y Pablo tienen para él, suceda lo que suceda, que para eso es papá, hijo y marido a la vez, y hay que quererlo, con lo que queda por delante, ¡ay lo que queda! Sufre Purito más por dentro que en lo que se ve, las piernas cuando Froome ataca y se pierde, pero le duele más el alma, que no puede impulsarle para disputar la etapa, "me han sacado los ojos". Se le nota hinchado. "Tengo dos kilos de más", es lo que le ha dejado la caída. Eso e infinita tristeza. Tantas concentrac­iones en altura, tanto trabajo detrás, tanto tiempo alejado de la familia, tanto periodo peleando por encontrar una buena posición y mejorar en contrarrel­oj para verse así. Caído y roto de la desazón.

FEROZ REACCIÓN

Pero crece el del Katusha, sí, sí, aunque sea pequeñito, y hasta se descubre cronoman, sí, sí, de contrarrel­oj viene la palabra, sí, sí, de aquella que le enterró en Peñafiel. ¿Recuerdan? Cuatro minutos con Nibali y una ilusión hecha trizas. 16 malditos segundos con Hesjedal en el Giro y un sueño que se rompía, vestir de rosa en Milán. Y resulta que en Embrun, Joaquim se descubre disputando una crono que, bueno, dice él, "más que crono era ir 33 kilómetros escapado y a cara perro todo el rato, porque no había ninguna zona para acoplarse". Llega a meta y pulveriza el tiempo de todos, de Valverde, de Talansky y de Kwiatkowsk­i. Se lo llevan al pódium y mientras espera y mira la televisión "tenía la sensación de estar viendo los penaltis de la final de la Champions". Sólo el segundo de Contador y los diez de Froome lo baten. Al principio, no lo niega que ya lo de engañar no sirve de nada, se siente "decepciona­do", pero luego recuerda "a lo que he venido: a por el pódium". Una semana con un mapa lleno de montañas por delante para lograrlo. "Que haga calor, que salga un día de extremo sol", reza, más que por él por los rivales, que sabe no lo soportarán, y él, en crecimient­o, puede con aquello. "Seguro que pagaré la caída y el minuto del día de los abanicos". Quién sabe dónde estaría con aquello, lo cierto es que entre el Alpe d’Huez y su aguante frente al hundimient­o de Contador, la resistenci­a en Le Grand-Bornand con un intento, "que parecía que me iba a comer el mundo hasta que miré para atrás y tenía a todos conmigo", pero sobre todo su enorme subida hasta el Semnoz del bello Annecy, que hizo calor sí, pero no tanto como él pedía aunque lo suficiente para que a las primeras de cambio, un ataque a ocho kilómetros, deshojara el pódium que sería suyo. Sólo Quintana y Froome aguantaron hasta la cima su ritmo machacón, pidió tan solo una vez el relevo al colombiano, que no se lo dio pero apenas se enojó. "Esto es lo que quería, por eso me puse a tirar. Me hubiera hecho ilusión ganar la etapa -no lo ocultaba en la cima de Annecy-, pero mi objetivo era estar en el pódium", aseguraba. Para algo se empeñó su hijo mayor Pablo en trenzarle una pulsera azul y naranja fosforita, su mejor amuleto en el Tour. En París tuvo a los suyos y con ellos compartió los Campos Elíseos, eso sí que son sonrisas de las buenas que, aunque sea pequeñito Purito, no se engañen, lo que ha hecho, reservar un hueco en los cajones de las tres grandes, está al alcance de muy pocos.

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 ??  ?? Un viaje extraordin­ario. Para tomar el relevo de Pérez Francés -cántabro afincado allícomo segundo catalán en el podio, Joaquim sufrió en los Pirineos, resistió en las cronos y recuperó en los Alpes hasta recibir el homenaje de su familia el último día.
Un viaje extraordin­ario. Para tomar el relevo de Pérez Francés -cántabro afincado allícomo segundo catalán en el podio, Joaquim sufrió en los Pirineos, resistió en las cronos y recuperó en los Alpes hasta recibir el homenaje de su familia el último día.
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