Del Tour a un sueño
Álvaro Pueyo tiene 20 años, es natural de Fonz (Huesca) y actualmente reside en Pamplona, donde estudia la carrera de Derecho. "Mis padres y mi hermano Santiago siempre han sido grandes aficionados y me contagiaron su pasión desde que era pequeño. El sueño de verme rodando con bicis de carretera empezó hace tres años, cuando mi primo Alberto me regaló un cuadro. Me encanta todo lo relacionado con la mecánica y el material de bicicletas y a partir del cuadro construí yo mismo mi primera bici. Saber que pedaleaba con la máquina que había montado con mis propias manos lo hacía aún más especial". La magia terminó de conformarse cuando Álvaro y su hermano Santiago decidieron ir a ver in situ la etapa del Tour 2012 en la que se ascendían el Tourmalet y el Aspin. "Fuimos con nuestras bicicletas y también subimos los dos puertos, fue algo fantástico. Fui a mi ritmo porque entonces estaba bastante más verde que ahora, pero los pasé bastante bien. Me encantó el paisaje y sobre todo el ambiente. El día anterior a la disputa de la etapa ya había mucha gente que nos animaba. Me terminé de enamorar de la bici y de todo lo que rodea este mundillo ciclista". A las salidas con su primo y su hermano, "cuando Santiago viene a visitarme a Pamplona aprovechamos para hacer alguno de los preciosos recorridos que hay por la zona", se sumó el descubrimiento de las marchas. "Tenía interés por apuntarme a una y ver qué tal, qué ambiente había y cómo me iba en un pelotón con mucha gente, así que el año pasado debuté con la BilbaoBilbao. La experiencia fue genial, me lo pasé en grande. Me gustaría hacer marchas míticas, como Quebrantahuesos o Larra-Larrau, pero me coinciden con exámenes y hasta que no termine la carrera no podré. Me tengo que conformar con las de la zona y el año pasado también fui a la Huarte-Itaroa". El sueño de Álvaro no para de crecer. Nos confiesa su debilidad por Peter Sagan, "al que conocí en la salida de la Vuelta en Pamplona y me parece un corredor genial", y como ciclista se considera "bastante polivalente, sobre todo destaco en los momentos donde hay que sacar a relucir la fuerza". Sale a rodar una media de cuatro días a la semana. "Si te organizas hay tiempo para todo, no tengo ningún problema para compaginarlo con los estudios. Suelo completar salidas de 70-100 kilómetros, depende de la motivación y de cómo esté el tiempo, pero si no hace muy malo no perdono, el espíritu me puede siempre. Soy bastante exigente y me gusta ver hasta dónde puedo dar, ver cómo el cuerpo te responde y poco a poco vas mejorando tus prestaciones. También me agrada conocer mucha gente nueva. Nunca he competido y supongo que eso me viene demasiado grande, pero me veo participando cada vez en más marchas cicloturistas porque es un mundo que me apasiona".