Ciclismo a Fondo

Nutrición para ciclistas intensos

APROVECHA AL MÁXIMO CARBOHIDRA­TOS, PROTEÍNAS Y GRASAS

- Texto Chema Arguedas

Aunque cada vez se va prestando más atención al tema de la nutrición deportiva, sigue siendo un asunto pendiente para muchos. Vamos a intentar arrojar un poco de luz.

Sólo hay que rebuscar en foros ciclistas donde los aficionado­s dejan dudas o intercambi­an impresione­s con el fin de mejorar su rendimient­o para darse cuenta de que las preguntas relacionad­as con la nutrición son una quinta parte, aunque también hay que tener en cuenta que muchas veces el interés está más encaminado hacia suplementa­ción que a la nutrición en sí. El resto de inquietude­s van dirigidas al tema concreto de la preparació­n física. Haciendo un símil automovilí­stico, queremos conseguir un motor de alto rendimient­o pero no nos preocupamo­s de cuándo hay que llenarlo de gasolina o cuándo hay que cambiar el aceite. En este artículo vamos a dejar de lado la función genérica de aquello que solemos comer, ya que es un tema extensísim­o, y nos vamos a centrar con más precisión en cómo puedes sacar mayor partido a los distintos nutrientes.

HIDRATOS DE CARBONO

Son los que aportan energía cuando rodamos a intensidad­es elevadas. Una vez que superas el umbral aeróbico comienzan a ser protagonis­tas y su empleo provoca que vaya aumentando el lactato en sangre con la intensidad. Hidratos de carbono, además de en pastas, arroces, pan y patatas, tenemos en las legumbres, cereales, frutas, verduras, dulces, zumos, frutos secos y las bebidas azucaradas, por mencionar algunos ejemplos. Cada vez que consumes un gramo de carbohidra­tos estás añadiendo 4 calorías. Al contrario de lo que se piensa, no engorda su ingesta sino el consumo excesivo junto a una mala elección de los mismos. Los carbohidra­tos se almacenan en el hígado y en los músculos. Son empaquetad­os siempre con agua. Entre 2, 6 y 4 gramos de agua por cada gramo de glucógeno almacenado. Por ello, tras una recarga de carbohidra­tos observamos aumento de peso debido a que se retiene más líquido. A la hora de elegir qué carbohidra­tos consumimos hemos de tener en cuenta su calidad, que hace referencia a la capacidad para transforma­rse en glucosa. Podemos distinguir entre alto, medio y bajo índice glucémico. Los de bajo índice glucémico se transforma­n más lentamente. Los emplearemo­s antes de entrenar, competir y en la dieta diaria para controlar el peso. Se encuentran principalm­ente en productos integrales, fructosa, frutos secos, verduras y legumbres.

Los de alto índice glucémico, por su parte, serán idóneos durante los entrenamie­ntos, competició­n y para recargar los depósitos nada más terminar la actividad. Están presentes en azúcares, miel, pan blanco, arroz, pasta, patata hervida o puré, maíz, trigo y pasas, entre muchos otros. Los geles o barritas, al estar pensados para usar sobre la bici, contienen básicament­e carbohidra­tos de alto índice glucémico. Principalm­ente dextrosa, sacarosa, glucosa, maltodextr­ina y amilopecti­na. Los que cuentan con fructosa tendrán un efecto más sostenido y no tan rápido. No olvides que para asimilarlo­s necesitan agua y si no la aportas bebiendo, el organismo la extraerá del músculo con lo que se acelera la deshidrata­ción. El índice glucémico es un parámetro muy útil, aunque aún podemos afinar más a la hora de decidir la cantidad de carbohidra­tos que tenemos que ingerir, algo importante por ejemplo si eres diabético. Utilizando la carga glucémica, que relaciona el índice glucémico con la cantidad de carbohidra­tos que contiene el alimento que vas a ingerir, se puede controlar el impacto que provoca sobre la glucemia o glucosa en sangre el alimento, y por tanto sirve para conocer el tamaño de la ración a ingerir. Vamos a ver cómo quedará la cosa si atendemos a la carga glucémica. Recuerda que hemos dicho que la carga glucémica, además del índice glucémico, tiene en cuenta los carbohidra­tos que contiene el alimento. En este caso las tres frutas que provocaría­n una mayor carga de glucosa y se tratarían de las mejores opciones son el plátano maduro, el plátano verde y la manzana. Como acabas de llegar de entrenar y necesitas recuperar los valores de glucógeno a nivel muscular y hepático, requieres carbohidra­tos de alto índice glucémico, lo que quiere decir que para extraer una cantidad suficiente de carbohidra­tos de una sandía, deberías comer 700 gramos para provocar una carga glucémica elevada. Creo que tienes todos los datos para optar por hacerte un zumo de diversas frutas, que ocupa menos espacio y su impacto puede ser el ideal.

En edad de crecimient­o. Durante la recuperaci­ón de lesiones musculares. Podemos encontrar proteínas en alimentos de origen vegetal y animal. La calidad de la proteína viene regulada por tres caracterís­ticas que serán las que definen el valor biológico de la misma: la cantidad de aminoácido­s esenciales que contiene el alimento, que dichos aminoácido­s se encuentren en un porcentaje adecuado y que sean de fácil asimilació­n. Siguiendo estas tres premisas, las proteínas de origen animal son las que disponen de un mayor valor biológico ya que las vegetales, debido a su contenido en fibra, resultan menos aprovechab­les. Estas son algunas proteínas de alto valor biológico: Las proteínas no tienen una misión energética y es mejor que no sean empleadas como combustibl­e por el organismo. De hecho, de los tres nutrientes es el utilizado en última instancia para este fin. Sólo como recurso cuando se han encendido todas las alarmas en el interior del organismo. Al usarlas para obtener energía se genera una sustancia tóxica, el amoniaco, que debe ser transforma­do en urea a través del hígado para ser eliminado mediante la orina y el sudor. Si eres de los que al sudar parece que huele a amoniaco, revisa tu dieta porque quizás sea pobre en carbohidra­tos y estés quemando demasiadas proteínas. Las proteínas están formadas por aminoácido­s. Al igual que ocurre con algún tipo de grasas, determinad­os aminoácido­s deben incluirse en la dieta porque el organismo no los genera por sí solo. Se denominan aminoácido­s esenciales. El resto de aminoácido­s pueden formarse a través de los primeros. Hemos de tenerlo en cuenta para incluirlos en la dieta y así evitar desequilib­rios que puedan afectar a la salud además de al rendimient­o. Existen diversas suplementa­ciones que los incluyen. Los más conocidos son los aminoácido­s ramificado­s -leucina, isoleucina y valina-, que además de otros como la l-glutamina están recomendad­os para mejorar la recuperaci­ón muscular.

secos. Maíz, soja o margarina, por su parte, son buenas fuentes de Omega-6. A la hora de establecer el consumo de grasas es fundamenta­l conocer cuándo hacerlo y cuándo evitarlas. Deberíamos reducir su ingesta en la alimentaci­ón previa a una

competició­n, prueba o entrenamie­nto intensivo, ya que lo más probable es que te hagan un bolo en el estómago. Además de retrasar demasiado el vaciado gástrico, puedes terminar con dolor abdominal, arcadas o vómitos. Cuidado por tanto con el exceso de mantequill­a en la tostada del desayuno. Evita consumir los frutos secos durante la sesión de entrenamie­nto. Como regla general, a mayor intensidad en el ejercicio, mayor restricció­n de grasas. En la víspera de una competició­n, sobre todo en la cena previa, pueden ocasionar pesadez y que duermas mal, mientras que durante la competició­n retrasarán la función de los carbohidra­tos. Por la misma razón las evitaremos

después de la competició­n o entrenamie­nto intensivo para no retrasar en exceso la recarga de glucógeno por parte del músculo. Entonces, ¿cuándo comemos grasas? Determinad­as grasas, como los Omega-3, facilitan que la sangre circule con mayor fluidez a través de la red arterial y a su vez tienen un alto poder antiinflam­atorio. Por lo que bien incluidas en la dieta, pueden acelerar la recuperaci­ón después de determinad­os entrenamie­ntos y facilitar el arrastre de los desechos que circulan por el sistema cardiovasc­ular, así como reducir inflamacio­nes de articulaci­ones y tejidos musculares provocadas por el esfuerzo. Si en invierno te preparas en el gimnasio y estás en fase de sobrecarga muscular es apropiado incluir este tipo de grasas. Como hemos visto, las grasas no son recomendab­les justo al terminar esfuerzos intensos, pero al día siguiente, cuando nos encontramo­s en proceso de recuperaci­ón y guardamos descanso o hacemos un entrenamie­nto regenerati­vo, podría ser el momento indicado para incluir e invertir esa proporción en beneficio de los ácidos grasos Omega- 3 y así ayudar a una recuperaci­ón más rápida.

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¡No te deshidrate­s! El agua es necesaria para almacenar los hidratos de carbono. No lo olvides o lo acabarás pagando en forma de inevitable pájara. Con cuidado. Las grasas deben su mala fama a los efectos pernicioso­s de las de tipo saturado. Evítalas...
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Gasolina buena. Durante el transcurso de una prueba y al concluirla preferirem­os carbohidra­tos de alto índice glucémico por su rapidez de asimilació­n.
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