Ciclismo a Fondo

Siempre al ataque

El genial y polémico grimpeur no deja indiferent­e a nadie. Aprovechan­do su visita a la Ciudad Condal para una presentaci­ón de la marca de bicis CKT, charlamos con el francés que sigue sin tener pelos en la lengua.

- Desde Barcelona Joseba Beloki Fotos Luis Ramírez UN ICONO EN CKT Joseba Beloki: ¿Qué es de tu vida, Richard?

La agenda de Virenque está casi más repleta que cuando era una de las grandes estrellas del ciclismo mundial. Imagen de Festina, empresa que patrocinab­a su equipo hasta el célebre

affaire que cambió este deporte para siempre, y comentaris­ta de televisión en Eurosport, ahora se ha embarcado en un nuevo proyecto que afronta lleno de energía. La puesta de largo de las bicicletas CKT ha traído al Puerto de Barcelona a un hombre que sólo concebía el ciclismo al ataque y que durante la entrevista se lanza a tumba abierta como hacía una década atrás en sus cabalgadas por Alpes y Pirineos.

Richard Virenque: Embarcado en una nueva aventura. Surgió la ocasión de comprar la marca CKT en Francia, que llevaba ocho meses parada y con la que había trabajado dos años antes como asesor. Es una bonita oportunida­d de volver al ciclismo con una firma que tiene algo. Trabajé con Ludo -Ludovic Pesenti-, Shakir -Shakir Bader- y otra gente para estudiar la demanda que tenía y muchas personas nos pidieron continuar. Rápidament­e preparamos una nueva colección para Eurobike. CKT es una historia de sentimient­os, de hacer algo en el ciclismo, porque ya había trabajado en TV con Eurosport. Para mí es algo fácil, o al menos asequible, porque pasé veinte años compitiend­o en bici. Vamos a distribuir CKT por todo el mundo. Buscamos personas en diferentes países y por ello estoy hoy aquí. He invertido mi tiempo, saber hacer y dinero en este proyecto. Estoy contento, cuando miro la bicicleta tengo la impresión de que es diferente. El color, la geometría... es algo sexy, muy agresivo. JB: El otro día recordábam­os aquella escapada con Javier Murguialda­y en la etapa entre San Sebastián y Pau cuando corrías para el equipo R.M.O. RV: Sí, sí. Una etapa de 245 kilómetros y un ataque lejano. JB: Fue la primera vez que la gente en España escuchó el nombre de Richard Virenque, un ciclista de montaña, ofensivo... RV: Sí. Era mi primer Tour de Francia, la segunda etapa y por la mañana llovía. Un tiempo de mierda (en castellano). Vi el perfil, uno, dos, tres, cuatro, cinco...

siete cols, con Marie Blanque al final. Y me dije, ¡a tope! Con Murguialda­y. Él se quedó en el último puerto, pero faltaban 60 kilómetros y mi director me dijo que mejor le esperara. Él ganó la etapa y yo vestí el maillot amarillo, el verde y el de lunares. Fue una etapa muy importante porque significó mi presentaci­ón en el ciclismo internacio­nal. JB: Fuiste el icono del ciclismo francés. ¿Te sentías así? RV: Sí, yo me sentía un ciclista ofensivo. Para mí el ciclismo no se resumía a atacar en el último puerto, sino en todos para conseguir puntos. Era algo muy pasional, enérgico. En la época de Festina, con ciclistas como Dufaux, Hervé o Brochard, formábamos un grupo un poco loco (en castellano). Estaba también Neil Stephens. Era una escuadra de atacar y atacar. Entonces no me considerab­a un icono, posteriorm­ente sí. Hoy en día soy embajador de Festina en el mundo muchos años después de finalizar mi contrato que acabó en 1998 tras el affaire Festina. Si tanto tiempo después vuelvo a trabajar con ellos y soy la imagen de una marca como Festina, resulta significat­ivo. Lo que hice en el ciclismo fue con pasión y el resultado es que hoy Festina ha vuelto a mí, que he trabajado en televisión, radio... Es el reconocimi­ento a mi esfuerzo sobre la bici. JB: ¿Ha carecido vuestro ciclismo de un referente, sobre todo de cara al Tour? RV: Es verdad que desde que nos retiramos Jalabert y yo pasaron unos años en los que el ciclismo francés desapareci­ó del mapa, pero ahora han surgido sprinters como Nacer Bouhanni

o Arnaud Démare, que ya han ganado muchas carreras; Thomas Voeckler lleva unos años ahí y pasa el testigo a Thibaut Pinot, que es una gran opción para el futuro. Jean-Christophe Péraud hizo un excelente Tour de Francia, pero ya tiene, creo, 35 años -son 37-. JB: ¿Sientes que el aficionado ha recobrado la ilusión con la presencia de ciclistas franceses entre los primeros del Tour?

RV: Este año tuvimos una muy buena oportunida­d. Los dos grandes líderes, Contador y Froome, abandonaro­n y dejaron el campo abierto. Esto dio más posibilida­des a los franceses. Espero que suceda lo mismo en la próxima edición, pero será complicado porque es un Tour muy montañoso. En el futuro podremos contar cosas bonitas de los franceses.

Otra opción es Pierre Rolland, que en 2014 volvió a estar en la pomada sin desgastars­e en la lucha por la montaña. El problema del maillot de lunares es que se necesita mucha, mucha energía para ganarlo y hay que medir bien las fuerzas. La primera semana hay que rodar tranquilo e ir a tope las dos últimas para sumar muchos puntos. Rolland sumó puntos en el Tour 2013 las dos primeras semanas, pero la tercera estaba muerto. Es joven y debe aprender. En el próximo Tour estarán Quintana, Froome y un Contador quizá ante su última oportunida­d. Los años pasan y cada vez se hace más duro, pero si Alberto Contador no tiene problemas debe terminar entre los tres primeros. Nibali aprovechó su oportunida­d, algo crucial en el ciclismo. Tú lo sabes muy bien: estabas en lo más alto y tras una caída se acabó. El próximo Tour se presenta apasionant­e, con varios ciclistas que tienen cosas que demostrar. Y el recorrido es excepciona­l: muy poca contrarrel­oj, luego el espectácul­o del Muro de Huy, después el pavés, las etapas de Bretaña al lado de la costa donde algún equipo la puede liar y la crono por equipos, que llegará después de nueve días y algún coequipier puede estar ya en casa, lo que supone un estrés para los equipos con aspiracion­es. Después los Pirineos y los Alpes con Alpe d'Huez la víspera de París. Es un Tour que disfrutaré mucho. JB: Me da que ahora mismo no echas de menos ser ciclista.

RV: (Risas). Es verdad. Cuando dejé la bicicleta no lo hice porque me sintiera cansado, sino porque había ganado siete etapas en el Tour, batido el récord del maillot de la montaña -siete veces, una más que Bahamontes y Van Impe- y llevaba quince años de profesiona­l, los últimos con mucha presión por tener éxito tras el affaire Festina. Al principio estaba muy arropado por un equipo y después te encuentras muy solo. Tuve que gastar mucha más energía en tratar de volver a tener éxito. Gané mi última etapa en el Tour un 14 de julio -en 2004, hace un gran esfuerzo por recordar el escenario- ¡en Saint-Fleur! Después corrí los Juegos Olímpicos de Atenas. Estando allí, pensé: ¿qué puedo conseguir el año que viene? ¿Otra etapa? ¿Ganar el maillot de la montaña por octava vez? Vale, ok. ¿Y? Miré mi edad, 35 años, estaba aún a un alto nivel, con contrato para seguir, pero decidí dejarlo para disfrutar de mi familia: dos hijos y mi mujer. El año siguiente sufrí una fuerte caída bajando un puerto con fractura abierta en la cabeza. Me operaron y pasé tres años complicado­s. Cuando me recuperé, me sentí diferente. Mi vida cambió a consecuenc­ia de ese accidente. Hoy pienso que de no haber sucedido, habría vuelto al ciclismo (sonríe). En 2007 hubiera regresado con 38 años a

correr un tiempo. Pero el accidente me dejó tocado. Pasé seis meses tomando morfina porque la cabeza me explotaba. JB: ¿Cuál ha sido tu mejor día sobre una bicicleta? RV: Hay dos. El día del regreso tras el

affaire Festina, con el equipo Domo de Patrick Lefevere. Volví en la ParísTours, mi primera carrera en Francia tras la suspensión. Era el 7 de octubre de 2001. Había ganado dinero antes de la suspensión, pero después nadie quería a Richard Virenque porque Richard Virenque era doping. La sanción terminaba a finales de agosto, por lo que sólo podía correr en septiembre y octubre. Hablé con Lefevere y le dije: ª Dame una oportunida­d para demostrar durante dos meses quién es Richard Virenqueº. Y Lefevere me hizo un contrato de dos meses. La mañana de aquel 7 de octubre, en la reunión de un equipo con ciclistas como Museeuw, dije que quería atacar como si fuera una etapa de montaña. Casi de salida me fui con Jacky Durand. Quedaban casi 260 kilómetros y empezamos a sacar ventaja, pero me decía que era imposible llegar los dos solos, que abandonarí­a en el avituallam­iento. Pero subimos a cinco minutos, ocho, diez, catorce... y a falta de 60 kilómetros los equipos con sprinters se pusieron a bloque. A falta de diez, teníamos un minuto. En la última subida, tiré fuerte y Durand explotó. A falta de cuatro kilómetros, ya en la avenida de Grammont, tenía sólo 15'' y el pelotón detrás, pero gané la París-Tours -aventajó en dos segundos a Freire y Zabel-. Todo el mundo me dijo: ¡chapeau! JB: El año siguiente volviste al Tour y venciste en el Mont Ventoux por delante de Lance Armstrong. RV: Armstrong quería ganarlo todo. Ese año te ganó a ti, ¿no? Iba escapado y por detrás venía él, pero pude vencer. Cada año intentaba superarme, en la general, el maillot de lunares... Estaba en un buen equipo como Quick Step, pero no en uno especializ­ado en el Tour. Por eso yo buscaba el maillot de la montaña o un triunfo de etapa.

LOS MALOS DE LA PELÍCULA JB: ¿Cómo recuerdas el caso Festina?

RV: Lo que lamento es que las instancias conocían cómo funcionaba el ciclismo, pero sólo la tomaron con el Festina y algún otro equipo. En lugar de renovarlo, de decir ok, todo el mundo está en la misma historia pero desde hoy vamos a hacer un ciclismo así, así y así, se dijo que el ciclismo está bien, sólo que este y ese son malos y ¡bang!, ¡bang! En 1998 existía el ciclismo de 1998 y no puedo condenar a nadie de entonces. Todo el mundo estaba al mismo nivel. Después el deporte cambió y todo el mundo se adaptó. Pero duele que durante unos años, desde 1998 hasta que se celebró el juicio, parecíamos un equipo de

terrorista­s, con Zülle, Dufaux, Moreau, Brochard, Stephens, yo... Bueno, me olvido de nombres, pero todos eran unos ciclistas de la hostia (en castellano). Cuando uno atacaba en la montaña era algo normal, pero todo el mundo decía que era por dopaje. ¿Qué dopaje? Cuando acabó el asunto Festina, Moreau fue a liderar otro equipo, Didier Rous igual y así muchos otros. JB: La etapa de Larrau fue memorable. RV: ¿Cuál? JB: La que ganó Dufaux en Pamplona.

RV: ¡Ah, sí! Era la única oportunida­d para descolgar a Miguel Indurain y Abraham Olano. Como la etapa era durísima, había que atacar muy fuerte. Lo hice junto a Dufaux y la carrera reventó. El Tour acabó ahí porque no había más etapas montañosas. Me dio pena por Miguel porque se llegaba a Pamplona. Ya había ganado cinco Tours y yo le admiraba. En la meta me sentía mal. JB: Pero el aficionado lo entiende perfectame­nte. Richard, maillot de lunares, etapas, ¿pero te pesa no haber ganado un Tour? ¿El que más cerca tuviste fue el de 1997 ante Ullrich? RV: La historia dice que no soy vencedor del Tour, aunque gané el Tour en el corazón de los franceses porque en 1996 fui tercero, en 1997 segundo, antes había sido cuarto, sexto, octavo -en realidad acabó quinto en 1994 y noveno en 1995-. Fui siempre al Tour con la idea de ganarlo y por lógica debí haber ganado el de 1998, porque cuando hice tercero Pantani fue cuarto, cuando hice segundo Pantani fue tercero... En el 98 teníamos un equipo para ganar el Tour y aquel año debimos ser los vencedores. Pero no fue así, ya sabemos lo que ocurrió. Lo ganó Marco, que luego tuvo un año complicado y desgraciad­amente pasó lo que pasó. No gané el Tour, pero sí el reconocimi­ento y el respeto que es más importante, porque ahora, diez años después de acabar mi carrera, cuando voy al Tour todo el mundo me pide un autógrafo o una foto. O el reconocimi­ento de Miguel Rodríguez, presidente de Festina, que quince años después de dejar el equipo me ofreció ser imagen de Festina en el mundo entero. Está claro que no gané el Tour, pero no me siento frustrado. El ciclismo me dio mucho. Yo era una persona con la necesidad de atacar. En la vida me han ido surgiendo problemas que me han obligado a ir al ataque.

 ??  ?? Rey de la montaña. El francés, que quiere impulsar unas escuelas de ciclismo, en una imagen caracterís­tica de su carrera deportiva.
Rey de la montaña. El francés, que quiere impulsar unas escuelas de ciclismo, en una imagen caracterís­tica de su carrera deportiva.
 ??  ?? Fractura abierta. Virenque nos cedió esta imagen que muestra las heridas de una terrible caída acontecida al poco de retirarse.
Fractura abierta. Virenque nos cedió esta imagen que muestra las heridas de una terrible caída acontecida al poco de retirarse.
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 ??  ?? Proyecto CKT. Junto a Ludovic Pesenti nos explicó los planes que tienen para relanzar las bicicletas CKT.
Proyecto CKT. Junto a Ludovic Pesenti nos explicó los planes que tienen para relanzar las bicicletas CKT.

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