Si me admitís instrucciones, recomiendo que antes de leer por completo estas líneas que siguen os metáis de lleno con la charla que mantuve -y que compartimos con todos vosotros a partir de la página 88- con un hombre polivalente. Acción-reacción, ciclist
De haber entrado en profundidad en cada uno de los aspectos referenciados en la entrevista, no hubiésemos tenido suficiente con un número de la publicación. Así que, digamos que hemos planeado o revoloteado sobre el papel. De todo lo dicho y compartido hay algo con lo que estoy por completo de acuerdo y quiero remarcarlo: la importancia y el valor superior que le da un gerifalte del ciclismo al deporte base, por lo menos en cuestión de atención máxima. Quienes por medio de estas humildes líneas me vais conociendo un poco, sabéis de mi debilidad por dos cuestiones: la laboral de un ciclista en todos sus frentes y el trabajo con el deporte de base. Hace escasamente unas semanas visité en Navalmoral de la Mata a quien fue mi primer educador, Fernando Urteaga. Seguramente muchos de nuestra generación le recordaréis por haber sido durante años, entre otras cosas, seleccionador nacional júnior. Desde Arrieta, Casero o Chava, pasando por nuestra quinta, Fernando realizó una labor encomiable que a la postre dio sus frutos. Escuelas, clubes, selección, profesionalismo... un camino duro y escalonado donde la pérdida de uno de los eslabones resultó determinante en algunos casos. Lógicamente, charlamos y debatimos durante horas y no fueron más porque no resultó posible. Ejemplos como el de nuestros inicios, el de la Fundación Víctor Sastre, la escuela en Galicia de Marcos Serrano, Sant Boi y muchas otras son aires de futuro, esperemos que a corto plazo. Durante dos años he valorado la posibilidad de poner en marcha mi propio proyecto, con tintes retro pero actualizado, donde ciertos estereotipos y vicios adquiridos en el deporte escolar en general deben ser formateados.
PISTOLETAZO DE SALIDA
2016 será el kilómetro cero. Mi idea verá la luz, una escuela diseñada a mi semejanza, una iniciativa de aprendizaje autoalimentado y sobre todo muy pasional. Os informaré en breve a través de las redes sociales. Como Fernando y su grupo nos enseñaron cuando yo apenas tenía nueve años, ª a ser ciclista se aprende queriendo serloº. Y yo quiero enseñar, como lo he estado haciendo ahora en otros frentes, pero con mi propio estilo. ¿Por qué ahora? Porque mis hijos me lo han pedido. Tengo un niño de 10 años que lo vive, pero la sorpresa nos ha llegado con la niña. Una niña de 12 que quiere montar en bici, seguramente una de las noticias más gratificantes que me podían dar, pena que su aitona no esté para verlo. El ciclismo femenino debe ser historia y presente vivo. Sacar niños adelante es mucho más fácil dentro de lo complicado del momento. Las niñas necesitan un referente, un escenario de desarrollo de su propio producto. Cada vez son más las carreras que dedican unos euros a insertar en su programa de `prueba profesional masculina' un apartado para ellas. Sé que no es suficiente, pero con algo hay que empezar. ¿Cuánto le puede costar a un equipo WorldTour un proyecto femenino? Quizás ahora no todos están preparados para hacerlo, aunque por qué no soñar con un calendario común y con estructuras dependientes de los equipos. Siempre recordaré aquellos podios del Tour de Francia donde el trío femenino se incorporaba al masculino. Lemond, Canins, Hinault, Longo, Perico Delgado, Inga Thompson, etc., tener referentes es la base del éxito. Joane, Dori, Bengoa... hasta llegar a las de ahora, con Anna Sanchis a la cabeza, son fruto de una hornada que debemos mantener. Mi objetivo con la creación de este proyecto es intentar que a las niñas y niños les guste la bici, para ir al cole o para competir, no caigamos en el error de pensar únicamente en la competición. Los que están en lo más alto hoy en día pronto bajarán por razones de edad y los nuevos no son tantos, aunque sí buenos. Valoremos, como decía Ramón Mendiburu, el trabajo de base, a los clubes, a los que dedican horas de ilusión sin recibir nada a cambio. No nos queda otra que sembrar.