Retorno al paraíso
Junto con La Titánica de Gran Canaria y la Escalada al Pico de las Nieves, la casi treintañera ronda es una cita obligada del cicloturismo en diciembre.
Desde Costa Mogán (Gran Canaria) Pablo Bueno
Otra temporada más, y ya van 27, durante la primera semana de diciembre, las carreteras del sur de la isla de Gran Canaria se han visto iluminadas por un pelotón de más de una centena de cicloturistas llegados desde los rincones más dispares de nuestro planeta, que entre los días 6 y 12 participaron en las diferentes pruebas que componen esta convocatoria cicloturista. La bienvenida a los participantes, el domingo 6 de diciembre, estaba cargada de inquietud, ya que se disputaba la segunda edición del Desafío Gran
Juan Carlos Alvaré
Canaria `La Titánica', recorrido de 130 kilómetros de longitud y 3.000 metros de desnivel que se desarrollaba por la carretera de las presas viejas para comunicar la costa oeste de la isla con las cumbres más elevadas del interior, discurriendo gran parte del trazado con los monumentos pétreos de los roques Bentayga y Nublo de fondo, y la espectacular población de Tejeda, uno de los rincones más bellos de toda la geografía española, como testigo del paso de los participantes en esta exigente etapa. Como era una prueba de tiempo
Y COMIENZA LA VUELTA
El lunes 7, siguiendo la costumbre de anteriores ediciones, se celebró la primera etapa de las cinco que compondrían el total de la vuelta: un trazado de una treintena de kilómetros, con final en el Pico del Águila que, más que tratarse de un recorrido convencional, es una toma de contacto entre los integrantes del pelotón y la propia organización de la prueba, ya que la jornada precedente -La Titánica- se desarrolló en formato `ciclo-randonneur' con participación libre y ausencia de pelotón controlado. En el resto de las etapas se visitaron los rincones más pintorescos del sur de la Isla, como la Cruz de San Antonio, el Mirador de Ayagaures -Cima Pedro González-, el puerto de Soria, Barranquillo Andrés, las playas de la Aldea de San Nicolás y la cabecera del Barranco de Veneguera, en una ruta en la que la organización consiguió el acceso a una carretera privada desde la que se pudo disfrutar de las mejores vistas del