Con la Challenge empieza todo
Mallorca acogió el debut de la temporada ciclista europea y presenció dos muescas de Greipel, una escaramuza de Brambilla y una exhibición de Fabian Cancellara.
Jueves por la mañana en Felanitx y los ciclistas de Burgos BH rodean con rostros que mezclan respeto y escepticismo a Carlos, un sacerdote con aire de `hipster' que les soflama bajo la atenta mirada del mánager del equipo, Julio Andrés Izquierdo. Tras un amén coreado, toma un bidón y le abre la boquilla para utilizarlo a modo de hisopo y rociar a los presentes. En el nombre del padre, del hijo y del Espíritu Santo... ª ¿Alguien quiere que le bendiga el casco?". Aunque con términos y modos más profanos, esta es la sensación que experimenta el resto del pelotón cuando pisa Mallorca. Es en la encantadora isla, siempre con temperaturas agradables que permiten a los procedentes de climatologías más adversas pasear y pedalear con vestimenta veraniega, donde el ciclismo europeo despierta de tres meses de letargo, concentraciones y sesiones fotográficas para volver a la competición con ilusiones, fuerzas y ánimos intactos. Se parte de cero. La carretera se encargará de poner a cada uno en su sitio, pero en el primer demarraje todos son iguales. La Challenge de Mallorca celebró este año sus bodas de plata, 25 años en marcha contando desde 1992, y lo hizo en plena forma aunque sus participantes aún tuvieran carbonilla en los motores. Sus característicos Trofeos, cuatro pruebas de un día independientes en las que los equipos presentes pueden rotar sus efectivos a voluntad, depararon un espectáculo interesante y entretenido, con escenarios variopintos gracias a unos recorridos eclécticos, bellos por los impresionantes paisajes y divertidos por las ganas de competir de un pelotón que aún medía su condición física.