Quitarse el mono

El pasado mes de octubre, Leigh Howard (1989, Geelong-Australia) cogió a su novia y se marchó a África. "Fueron las vacaciones más maravillosas de mi vida. La primera semana estuvimos en Kenia, de safari; la segunda en Uganda para ver los gorilas; y en la tercera alquilamos un coche para recorrer Tanzania. Me costó mucho dinero, pero mereció la pena". Más que un viaje, fue una catarsis. Howard venía de dos temporadas en blanco con Orica-GreenEdge, aburridas por la falta de competición y desalentadoras por la ausencia de objetivos. "Me encontraba estancado. Aunque la condición física era buena, no lograba funcionar en las carreras". Trabajar para Ewan en las volatas y para Keukeleire en las clásicas no era suficiente para un ciclista que había sido capaz de batir en su día a Cavendish en un duelo de velocidad. "Por fortuna, aquí he podido partir de cero", cuenta feliz en referencia a su fichaje por IAM. El equipo suizo es probablemente el más flojo del World Tour. "No tenemos un gran vueltómano ni un gran clasicómano", explica su director, Mario Chiesa, "así que buscamos victorias parciales con nuestro grupo de velocistas". En él se integró este invierno Howard con un rol claro: "trabajar en las llegadas llanas para Matteo Pelucchi", un sprinter puro en la tradición del 'Guepardo' Quaranta, mortalmente rápido pero incapaz de subir un puente, "y aprovechar mis ocasiones cuando las carreras sean más duras". En Roquetas se valió de su experiencia de juventud. "En Australia es muy habitual disputar critériums; de hecho, de joven eran mis carreras favoritas", rememora. Perfectamente apoyado por su equipo, disputó el sprint desde la 'pole'; aun así, el ruso Tsatevich casi le roba la cartera. "Le conozco desde juveniles y tenía claro que no podía dejarle un milímetro". Se impuso rompiendo una sequía que duraba ya tres años, desde que hiciera doblete en la Challenge de Mallorca. "Ha sido mucho tiempo, la verdad. Sienta bien quitarse el mono de ganar".