Sin rival
Wouter Poels no encontró adversarios en una renacida Volta que dominó desde el inicio con triunfo en la crono y sentencia en Xorret de Catí. Luis León Sánchez y Beñat Intxausti cerraron el podio.
Tiene gracia que Wouter Poels diga que el peor día de la Volta a la Comunidad Valenciana que gana, dominador apabullante, fue la crono que abría la carrera que el ciclismo español tanto necesita para seguir sobreviviendo. Tiene gracia que diga que sufre, duda y tiembla cuando no encuentra rival. Ni siquiera su compañero y campeón del mundo de la especialidad, Vasil Kiryienka, osa retarle en los dieciséis kilómetros que abren la fiesta del regreso del ciclismo valenciano, BenicàssimOropesa del Mar entre giros imposibles, rampas explosivas y carretera rompedora.
CASI PIERDE UN RIÑÓN
Claro que Poels es de por sí un sufridor. A él ya nada le duele después de todo lo que ha pasado. Hace cuatro años, una de esas etapas terribles por la tensión y la velocidad de la primera semana del Tour terminó con enganchones y ciclistas tirados por la cuneta. Uno de ellos era él. No pudo evitarlo y dio de pleno con el duro asfalto. Lo metieron en la ambulancia porque los médicos del Tour no le veían en condiciones de acabar la etapa. Se equivocaron. Pasados escasos minutos y recuperado del `shock' por el golpe, se bajó de la ambulancia y montó de nuevo en la bicicleta. Aguantó diez kilómetros porque su costado no le dejaba pedalear. El dolor era insoportable. Regresó a la camilla que había dejado libre y se marchó del Tour. Ya en el hospital, los primeros exámenes médicos anunciaban lo peor: podía perder un riñón. Al final lo salvó, con tres costillas rotas, el brazo fisurado y el cuerpo lleno de heridas. Sabe sufrir Wouter. Año y medio más tarde, Omega le hizo sitio ante la desaparición de un Vacansoleil del que era cuerpo y alma. Al equipo belga le brindó el triunfo en la etapa de Arrate de la Vuelta al País Vasco 2014, su victoria más bella hasta que llegó a Valencia. Bella en lo aplastante y dominadora, en la cortesía, la calma y las sonrisas de un holandés tranquilo y alegre que ama España. Con razón. Aquí se hizo
ciclista cuando ganó la Vuelta a León en 2008 y acabó tercero ese mismo año en la Vuelta a Lleida, su pase de garantía a profesionales. Y ahora su primer triunfo en una carrera por etapas que no esperaba, pero de la que salió como justo vencedor. Porque no sólo fue él, que ya de por sí era suficiente, también el fuerte y aguerrido Sky, el de los grandes días donde por fuerza bruta acaban eclipsando tanto al resto que parecen correr sin rivales. De Nicolas Roche a Mikel Nieve y pasando por Beñat Intxausti, espléndido tercero en su segunda carrera con la escuadra inglesa y con una complicidad perfecta junto a Poels, en especial en la etapa reina del empinado Xorret de Catí.
ARU Y ROSA PUSIERON EMOCIÓN
Allí, donde se citan la historia y la realidad, en las rampas atestadas de un público que echaba en falta a la Volta a la Comunidad Valenciana y la recibió con los brazos abiertos, en medio del gentío lo prueba Fabio Aru y se torna en gregario por un día para entregarse a su buen amigo Diego Rosa. Fue apenas una pizca de emoción que añadieron a la carrera, pues Wouter Poels, aguerrido y seguro de sí mismo, no tuvo problema alguno para marcar a la pareja italiana del Astana mientras ellos se enredaban pensando lo poco que quedaba para el final de la rampa antes del tobogán que impulsa a la meta del Xorret de Catí, y lo mucho que necesitaban despegarle y ahogarlo.
No lo lograron. Wouter Poels supo esperar y calmar los nervios. Resulta sencillo cuando uno tiene piernas exultantes como las suyas. Amarró a los italianos y en el último suspiro de cuesta se despidió de ellos para partir en busca de un triunfo de etapa que le consagró como el primer ganador de la renacida y tan bienvenida Volta a la Comunidad Valenciana.
GESTA DE VANDENBERGH
Merecía un desenlace así la Volta, por su dedicación para traernos una prueba más al maltrecho calendario español. Un final a lo grande. Algo heroico. Lo puso Stijn Vandenbergh cuando saltó del pelotón a falta de cinco kilómetros en lo que parecía un intento suicida en busca del triunfo de etapa adjudicado a los sprinters. Se convirtió en imposible cuando en los radios de la rueda trasera de su bicicleta se enredó una bolsa de plástico. Él apenas la miró, ª iba convencido de lo que tenía que hacerº. Y lo logró. Gesta. Fue el segundo triunfo de etapa del Etixx-QuickStep en la semana, unido al estreno de Dan Martin en la preciosa ascensión a Fredes. Pero tampoco Martin fue rival para Wouter Poels en Valencia. Ni él ni nadie ante la incógnita de lo que hubiera pasado si Ion Izagirre no se hubiera caído en la crono inicial cuando iba marcando unos tiempos excelentes, similares a los del holandés. Pero nada le quita merecimiento a la superioridad de Poels. ª Es la mejor forma de empezar el año para darme toda la confianza que necesito. He entrenado mucho en las concentraciones del equipo en Mallorca, especialmente con la `cabra' y empiezo a ver resultadosº , comentaba. Aunque a partir de ahora sus piernas se entregarán a la causa. El año pasado pudo acabar muy arriba en el Tour de Francia de no haber tenido que trabajar para Chris Froome. El eterno y bendito problema del Sky. Siempre cuentan con un segundo hombre casi tan fuerte como el líder del equipo. Pasó con Froome cuando Wiggins luchaba por su Tour y después con Porte al lado del keniata. Parece que le ha llegado el turno a Poels, pero a él no le asalta duda alguna: ª Trabajaré para Chris, como siempreº. Lealtad máxima. Ahí tampoco tiene rivales.