¿Manillar integrado? Para mí no
Los ciclistas somos presa fácil de la estética de la bicicleta. Supeditamos todo a que la bici sea lo más bonita posible e intentamos vestirla con los componentes que den un mejor aspecto a nuestra máquina. Soy uno de esos ciclistas que inclinan la balanza por una mejor estética sobre lo que realmente me conviene. Debo decir que era, porque una visita a Jon Iriberri me hizo ver el ciclismo desde otro punto de vista. Me llamo Albert Ramiro y esta es mi historia con los componentes de la bici, en concreto con el manillar integrado.
Tengo una preciosa bicicleta de una marca mítica y puntera. La máquina está montada a capricho, con ruedas de perfil, grupo ligero y... manillar integrado de carbono a juego con el cuadro. Y ese ha sido un gran error que cometí por querer vestir la bici en vez de vestirme yo.
MASA EXCESIVA
Los problemas en el cuello y las manos eran muy frecuentes, con sobrecargas severas. Cuando consulté con Iriberri estas molestias, enseguida lo vio claro. "No eres capaz de soportar esa diferencia de altura entre sillín y manillar. Llevas una masa excesiva en la zona delantera: o reequilibramos o seguirás sufriendo". Con un sistema con una potencia y manillar regulables fuimos probando diferentes longitudes e inclinaciones hasta que mi cuerpo dijo: 'aquí sí; aquí vas cómodo'. No lo probamos únicamente en el laboratorio, sino que el artilugio me permitía realizar algunos test en carretera. Cuando conseguí hacer un par de salidas de cuatro horas sin apenas molestias, decidimos que esas eran la distancia y la inclinación necesarias para conseguir una diferencia entre sillín y manillar sostenible para mí. Con pena, por qué no decirlo, he renunciado a mi manillar y ahora llevo un supercompact con una potencia de 100 mm invertida que, la verdad, tampoco queda tan mal, aunque antes era más impactante, je, je. Así que os recomiendo que, antes de poner un manillar integrado en vuestras bicis, comprobéis que la longitud de la potencia, así como la altura a la que irá colocado, son las correctas para vosotros y así aprovechareis las ventajas estéticas y de rigidez que aportan este tipo de manillares, porque, de lo contrario, vuestro cuello y vuestras manos os dirán que os habéis equivocado.