¡Grande, Purito!
La carrera de los Juegos Olímpicos de Río dejó un insólito aroma clásico cuando era la primera vez que se celebraba, con la excepción del preolímpico de 2015 que contó con una modesta participación. Ritmo desde la salida con la fuga de seis buenos galgos, alternativas al mando del pelotón, favoritos en apuros desde muy pronto, la pintona maniobra de los checos en el pavés... todo se alineó para que los protagonistas nos ofrecieran un espectáculo soberbio, que aquí pudimos seguir con un notable mareo por el constante cambio entre TVE1, Teledeporte y rtve.es. Una cobertura televisiva sobrada que se fue al traste con el inexplicable corte en la penúltima vuelta, cuando se produjo el decisivo ataque de los italianos. España cargó con el peso muy pronto y dio la sensación de ir siempre a contrapié. La excelente labor de Erviti y Castroviejo nos mantuvo con vida. El sacrificio de un esta vez poco inspirado Valverde y la casta de Purito en una última arrancada de raza permitieron al catalán volver a meterse en la pelea, pero la estrategia de nuestra selección no funcionó. Sí lo hizo la de Italia, frustrada con la fatídica caída de Nibali y Henao que puso el título en bandeja a un Majka que acabó siendo atrapado por los lobos y se tuvo que conformar con el bronce. Van Avermaet -justísimo vencedor en un trazado que le penalizaba-, Fuglsang, Nibali, Henao, Majka... la mayoría de los que dominaron en Brasil no se implicaron en la lucha por la general del Tour de Francia, a la inversa de Froome, Bardet, Adam Yates o Valverde, que acusaron los esfuerzos de julio en un circuito tan exigente. En él se despidió Joaquim Rodríguez como ciclista profesional. El de Parets del Vallès se ha ganado a pulso un sitio destacado en la historia del ciclismo español. ¡Grande, Purito!