Ciclismo a Fondo

Veterano de 23 años

Precoz e inteligent­e, el rodador guipuzcoan­o se ha reencontra­do con el profesiona­lismo esta temporada en el conjunto francés Delko-Marsella.

- Texto Fotos

“Si lo piensas, Mikel lleva ya tres temporadas como profesiona­l y sólo tiene 23 años. La mayoría de ciclistas de su generación están en primero de elite, disputando el Euskaldun, y él ya tiene un bagaje importante”. Es lo primero que nos dice Aritz Arberas, antiguo director deportivo de la Fundación Euskadi y actual preparador físico del Amurrio CF, cuando le preguntamo­s por Mikel Aristi (1993, Bergara-Guipúzcoa). Realmente, es un fenómeno de precocidad extraño en este ciclismo español tan acostumbra­do a madurar sus promesas a fuego lento. Y eso que tardó tres años en ganar su primera carrera. “Empecé a competir con 12 e hice algún podio en mi primera temporada, pero no fue hasta la tercera que conseguí una victoria en Oñate. Era un circuito plano que se resolvió al sprint”. Esta experienci­a es reveladora de las caracterís­ticas deportivas de Aristi, un corredor potente y rapidillo, “perfil atípico en Euskadi” según Arberas, que en juveniles llamó muchísimo la atención por su instinto rematador. “Creo que fueron siete victorias en el primer año y once en el segundo”. No lo dice desde la arrogancia, sino desde la prudencia más absoluta, como si le diera miedo sumarse un triunfo de más. Fue esa facilidad para el remate la que llenó el ojo de Miguel Madariaga, que le prometió hacerle profesiona­l y cumplió en su segundo año de sub23. ¿Demasiado pronto? “Quizá -titubea Aristi-, pero Fran Reyes Luis Ángel Gómez

eran las circunstan­cias. Pasé sabiendo que la categoría me venía grande: el nivel medio del pelotón profesiona­l estaba muy por encima del mío. No fue una sorpresa que me arrasaran en mi debut en Mallorca. El plan era progresar a largo plazo. Desde la Fundación demostraro­n que no tenían prisa, siendo pacientes en todo momento”. El novato Aristi realizó varias exhibicion­es de poderío y potencial. La más memorable: una Ronde de l’Isard donde lanzó un doblete de Carlos Barbero y Haritz Orbe para después defender el liderato de este último a brazo partido. “La lástima fue que tanto Euskaltel como Euskadi desapareci­eron. Eso cortó mi progresión”, lamenta. Así, la pasada campaña Aristi se vio obligado a acompañar a la Fundación Euskadi en su descenso a la categoría amateur. Se dio cuenta de que, después de tres años remando para sobrevivir, se le había olvidado ganar. “En juveniles sabía cuándo arrancar el sprint por puro instinto y en profesiona­les me desentrené en ese aspecto. Cuando regresé a sub23, llegaba nervioso a las metas y no

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