Ciclismo a Fondo

Emoción amarilla

25 años han pasado desde que Miguel Indurain se vistió de líder por primera vez en el Tour de Francia en la etapa entre Jaca y Val Louron, una jornada donde comenzó la leyenda del navarro. Un año después, en 1992, se celebró por primera vez la marcha que

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Desde Villava (Pamplona)

camión pódium de La Vuelta y la feria de productos, que este año ha llenado la plaza del Ayuntamien­to de Villava.

RECORRIDO EQUILIBRAD­O

Dos trazados, uno de 102 km y 1.500 metros de desnivel acumulado y el largo, al que se suman 80 km y otros 1.500 metros de ascensión -es decir, la parte más dura de la jornada-, son las opciones de una marcha en la que los primeros 80 kilómetros, hasta que se dividen las dos opciones, se completan a ritmo vertiginos­o. Es fruto de la ausencia de pendientes exageradas -sólo en los túneles entre Aoiz y Nagore se alcanzan rampas que superan el 8%- y de que los puertos de Mezkiritz y Erro pueden superarse a una alta velocidad en pelotón. Como en la edición anterior, la Joaquín Calderón La Indurain

inestabili­dad meteorológ­ica marcó la jornada, aunque los que se decidieron por el recorrido corto -967 de los 1.800 inscritos- pudieron completar todo el trazado sin mojarse. Peor suerte corrieron los que optaron por el largo, que, además de tener que afrontar las ascensione­s a Egozkue, Belate, Ziga y Artesiaga, tuvieron que soportar una inoportuna tormenta en el segundo que les obligó a tomar precaucion­es en el descenso. Como es habitual, el coco de la jornada fue Artesiaga. A pesar de que no es demasiado exigente, la distancia acumulada -comienza a ascenderse en el km 130- y, sobre todo, que concentra la dureza en su parte final con rampas que superan el 10%, convierten en eternos sus quince kilómetros de subida. Sólo la belleza del bosque que se atraviesa en la última zona, que deja paso a un inmenso prado en la curva donde se corona, minimizó el sufrimient­o antes de afrontar la técnica bajada, donde, al igual que la vertiente que elige la marcha, la pendiente se acerca al 10% en los metros finales. Por fin, tras superar el embalse de Eugi, la marcha regresa al pueblo de Zubiri 80 kilómetros después de la división de los dos recorridos. Desde aquí, menos de 20 kilómetros muy favorables hasta la meta -los mismos que unas horas antes completaro­n los cicloturis­tas del recorrido corto- en los que saborear la hazaña y pensar en la completa comida final, de la que, ya sin la amenaza de la lluvia, todos disfrutamo­s en la plaza del Ayuntamien­to de Villava.

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