Ciclismo a Fondo

La Vuelta a la Península

La historia nos la cuenta su hija Marta, su fan número uno y quien más le animó a emprender, a los 66 años, esta aventura ciclista en solitario con principio y final en Bilbao. 4.412,5 kilómetros por España y Portugal cubiertos en 34 días con sólo tres de

- Texto

Marta Casado

Mi padre se jubiló en 2015, después de cincuenta años trabajando como joyero. Ha sido siempre un gran aficionado a la bicicleta, pero estuvo muchos años sin tocarla y fue hace unos siete cuando la retomó. Los dos nos hicimos socios de la Sociedad Ciclista Bilbaína. En el club organizan anualmente unas brevets. Las hay de 200, 300, 600 km... y así empezó todo. Primero se atrevió con las de corta distancia. Más tarde se fijó como objetivo la Madrid-Gijón-Madrid de 1.200 km, que completó hace cuatro años. Lógicament­e, el siguiente reto fue la París-BrestParís, cuyos 1.200 kilómetros cubrió el verano pasado. También ha ido en varias ocasiones a ver en directo alguna etapa del Tour de Francia a animar a Alberto Contador, su ciclista favorito. Con sus objetivos como randonneur cumplidos y recién jubilado, yo pensaba: ¿ahora qué? Se va a aburrir, pero ni mucho menos. Cada vez buscaba nuevos retos y todos los terminaba sin problemas y con buenas sensacione­s, así que se le ocurrió que podía hacer la Vuelta a la Península. En casa le animamos porque confiamos en su fuerza y experienci­a. No hay duda de que tiene buena materia prima, así que mejor hacerlo ahora mientras el cuerpo aguante. Dicho y hecho. Sin ningún tipo de patrocinio ni ayuda económica, corriendo todo por su cuenta, salió el 12 de mayo desde Bilbao para regresar 34 días después de una Vuelta a la Península. Sólo tres días de descanso, uno en Jerez y dos en Barcelona.

‘GREGARIOS’ OCASIONALE­S

Una gran aventura repleta de anécdotas. Después de tantos kilómetros lo raro sería no tenerlas. En Sevilla tuvo que pedir ayuda a un taxista que por cinco euros fue delante de él, guiándole hasta sacarle de la ciudad. O en Pamplona, donde un conductor que estaba aparcado le llevó con el coche hasta la salida y no conforme con eso le acompañó un trecho más. En Portugal, en una carretera llena de baches, se dio cuenta de que había perdido el maillot de recambio que llevaba en la parrilla, pero siete

kilómetros más adelante un hombre le avisó de donde lo había visto y pudo recuperarl­o. Físicament­e se encontró bien en todo momento. A partir del ecuador del recorrido comenzaron las habituales molestias por la mezcla de calor y kilómetros, pero nada muscular. Ni un día se saltó los estiramien­tos, siguiendo los consejos de su masajista y su nutricioni­sta. Siempre fue muy positivo, mantenerse así le ayudó a superar los momentos más duros. Además contó con la buena voluntad de la gente. Salir de las grandes ciudades sin meterse en una autovía se volvía una auténtica odisea. Por fortuna no hubo incidentes que lamentar. Algún pinchazo, que de eso nunca te libras. O una avería en la batería del cambio que le obligó a rodar 40 km hasta Elche con plato grande y el 19, solucionad­o gracias a la buena gente de la tienda Elxenduro, que dejaron su trabajo por echarle una mano. Lo mismo ocurrió en una tienda de Girona donde le ayudaron con el rodamiento del piñón. Los primeros días por el norte fueron lluviosos; por el sur sucedió todo lo contrario. Debía salir temprano para terminar la etapa antes de las horas centrales de calor y en algunos tramos era imposible encontrar agua, ni un sitio donde parar a dormir. De hecho, tenemos un mapa con los sellos de los establecim­ientos donde durmió a modo de justifican­te del trayecto. En todos los sitios donde se detuvo el trato fue espectacul­ar, una hospitalid­ad impresiona­nte y muy buena comida. Me lo alimentaro­n bien. A su llegada a Bilbao le esperaba Joseba Sarasola, miembro de la SC Bilbaína. Tuvo el apoyo moral de su familia durante todo el trazado, así como el de sus compañeros de bicicleta y amigos a través de mensajes de Facebook y WhatsApp. Hay gente que considera una locura afrontar una aventura como esta. A mí me parece un reto personal y una hazaña. Me parecía injusto que se quedara sólo entre amigos porque estoy superorgul­losa de él y de lo que ha hecho. Y le animo a que siga planteándo­se desafíos. Hace dos semanas me dijo en el mismo tono que cuando me comentó la idea de la Vuelta a la Península: "Para 2017 tengo en mente atravesar Estados Unidos de costa a costa por la Ruta 66, desde Chicago hasta la costa california­na". Seguro que lo hará, no hay límites para él.

ciclismoaf­ondo@mpib.es (Asunto: Motivación)

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