La mayor victoria de Malori
Adriano estuvo una hora llorando cuando los médicos le dijeron que el problema tras su accidente era que el cerebro se había desconectado de la parte derecha de su cuerpo y podía sentirse afortunado si alguna vez lograba volver a subirse a una bici para comprar el pan. "Tenía envidia incluso de los que podían caminar. Al principio mi objetivo era simplemente ser una persona normal y valerme por mí mismo". Pero el Centro Neurológico de Atención Integral (CNAI) de Imárcoain (Navarra) y la indomable fuerza de voluntad del italiano obraron el milagro. "Entré medio paralizado, en silla de ruedas, y salí el 28 de abril por mi propio pie y habiendo rodado unos kilómetros en bicicleta por carretera desde días antes". Todavía han tenido que pasar más de cuatro meses para completar la rehabilitación y dejar atrás esa grave caída sufrida en la quinta etapa del Tour de San Luis, pero el corredor del Movistar Team ya se ha colocado de nuevo un dorsal en las clásicas canadienses. "Tengo miedo de ponerme a llorar como un niño cuando esté entre todos los corredores del pelotón esperando la salida", decía en la rueda de prensa que ofreció en Salsomaggiore Terme, en la que contó el largo proceso de su recuperación, su más bella victoria. "Tenía que contarlo por toda la gente que he visto que está mal, para que cualquiera que se encuentre en la misma situación pueda decir que aquí hay un chaval que vuelve a mover su mano, su brazo, su cuerpo, con trabajo y voluntad. De hecho, es un chaval que ha vuelto a ser un gran atleta, o a competir donde haga falta. Que le ha echado dos huevos y ha podido. Y tú también puedes".