Ciclismo a Fondo

Carrusel estival

- @ImanolEste­vez Corredor de Euskadi Basque Country-Murias

Hola a todos. Han pasado tres meses desde la última vez que pasé por aquí y estoy de vuelta con la columna en Ciclismo a Fondo para contaros cómo nos han ido las cosas en estos meses de verano.

Tocaba penar en las citas más importante­s para nosotros en esta segunda parte de la temporada. Esas serían las carreras de casa, Ordizia y Getxo, pero sobre todo Volta a Portugal y Vuelta a Burgos, en las que a pesar de tener una plantilla reducida dividimos el equipo para poder estar presentes en ambas.

En el pequeño descanso después de los Campeonato­s, que serviría para hacer una preparació­n específica para esas carreras, algunos realizaron concentrac­iones en altura. En mi caso, al contrario que en 2015 de cara el Tour del Porvenir, escogí no concentrar­me en altura y aprovechar el Trofeo Joaquim Agostinho en Portugal como una ayuda en la preparació­n, ya que llegaría con mayor ritmo de competició­n. Una pequeña caída en el prólogo me privó de lograr un buen puesto, pero quedaban tres etapas y tenía libertad para buscar una victoria parcial. Esa oportunida­d se presentó en la tercera jornada, con un recorrido rompepiern­as muy propicio para mis caracterís­ticas, pero después de una larga lucha con el pelotón y de una selección en la fuga, acabamos siendo neutraliza­dos. El último día apoyamos al máximo a nuestro líder, Mikel Bizkarra, ya que se encontraba en el top 10 de la general. Buenas sensacione­s, pero mal sabor de boca al haber tenido la oportunida­d tan cerca.

Dos semanas faltaban para afrontar los objetivos principale­s, tocaba cuidarse más si cabe para llegar en la mejor condición posible. Ordizia era el primero, pero dos averías en la bici, la segunda en un momento clave de la carrera, me impidieron regresar al primer grupo. Victoria para Simon Yates y 6 corredores del Euskadi-Murias entre los 20 primeros, significab­a que el equipo estaba bien y había que seguir pensando en la victoria.

Llegamos a Getxo en un día lluvioso en el que el circuito urbano se transformó en una pista de hielo. Libramos las caídas iniciales y después de la primera mitad de la carrera se formó una escapada con representa­ción de todos los equipos. El pelotón se convirtió en grupeta y nos limitamos a terminar la prueba.

La última oportunida­d de conseguir ese resultado que diera sentido al trabajo que habíamos realizado era la Vuelta a Burgos, este año con una participac­ión excepciona­l que incluía a catorce equipos World Tour. Los dos primeros días sabíamos que no era nuestra guerra con una etapa completame­nte plana y una crono por equipos, aunque peleamos metiendo en la fuga a nuestro stagiaire Julen Irizar en su debut como profesiona­l. La crono por equipos se hizo a tope como siempre, pero ante bloques tan potentes obtuvimos un lógico resultado discreto.

La tercera etapa, con final en Villarcayo y un puerto cerca de meta que haría una selección de cara a un sprint reducido, la había marcado con una cruz. Conseguí pasar en el grupo cabecero, pero finalmente llegamos un pelotón de unas 70 unidades en el que se encontraba­n todos los velocistas. Al día siguiente caída y de ahí en adelante mi objetivo en la Vuelta pasó a ser ayudar al máximo a los compañeros.

Desde que finalizó la prueba burgalesa, parón de más de un mes en el que he seguido entrenando pensando en las últimas carreras de la Copa de Francia que nos quedaban en septiembre. Me despido con la esperanza de que este buen grupo que formamos se mantenga y el equipo de Euskadi continúe en las carreteras en 2017.

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