Cuando circular es un peligro
En plena jornada de votación, que para algún periodista radiofónico de Segovia parece más bien de apocalipsis violando lo que se supone debe ser una jornada de tranquilidad y sin presiones para el sufrido votante, hago memoria del fin de semana y me parece que Valladolid fue una ciudad en guerra durante el mismo. Para empezar, el viernes a primera hora de la mañana. Un individuo mayor de pelo blanco, con una carpeta marrón de mediano tamaño, demuestra su nula educación golpeándome con la izquierda en la parte superior derecha de la cabeza y oreja del mismo lado. Deseo insultarle o devolverle la colleja, pero sigo leyendo mi libro, asqueado de que la señorita de enfrente se haya reído a mandíbula batiente de la hazaña de su compañero de asiento. Por fin, el tipo desciende junto a la Biblioteca Reina Sofía y vuelve hacia el Archivo de la Chancillería por la misma acera. Sábado 'de reflexión'. Tomo la carretera de Simancas entre el viento de la jornada veraniega y al llegar compruebo asombrado que el carril bici… ¡se encuentra en obras cuando lleva sólo unos años en uso y estaba en perfecto estado! Luego se hablará del derroche en cosas absurdas y de que los ciclistas van en grupo, pero es que hay más: el precioso parque situado junto al Duero está siendo derruido. Cada vez que llegas, donde había césped, ahora hay tierra. La piedras te esperan a la entrada por si, pese a todo, decides entrar. ¡Por favor! ¿Por qué no se dedican, pongo por caso, a limpiar el Duero, que luego se llena de maleza y árboles, en lugar de destruir lo que es de todos y lo que los ciclistas más apreciamos: un carril bici en el exterior de la ciudad?
Eduardo Alonso Franch.
Valladolid.