El gigante vulnerable
Grandes victorias suelen venir acompañadas de grandes derrotas. La valía de un triunfo reside en buena medida en la talla de quienes no lo consiguieron. En el caso que nos ocupa, la gloria de Nairo Quintana en esta Vuelta a España proviene de que sometió a Chaves, a Contador y, sobre todo, a Chris Froome. El líder de Sky tiene aura de campeón. Sus críticos reducen sus victorias a una cuestión de números, de eficientes relaciones peso-potencia, pero la realidad es que en cada una de sus actuaciones subyacen cualidades de ciclista total. Pedalea fuerte en todos los terrenos; se sabe el mejor y confía plenamente en sus posibilidades; pese a su exquisita educación, ha aprendido a mostrar el carácter y el carisma de los que a veces adolecía; y encima dispone de un gen competitivo que le hace acudir con plena determinación a por la Vuelta a España después de haberse anotado su tercer Tour de Francia. Aunque siempre se habla de que para él la Vuelta es sólo un entrenamiento para el siguiente Tour, un esfuerzo de tres semanas para que el periodo sin competición entre temporada y temporada no se haga demasiado largo, lo cierto es que a Orense llegó un gigante deseoso de resarcirse de sus derrotas previas en este escenario. Sucede que, esta vez, el rendimiento de su equipo no estaba a la altura de sus ambiciones. Eso le hizo vulnerable. Dentro de lo coral de esta Vuelta, Froome se erigió protagonista a base de actuaciones brillantes. Su contrarreloj postrera en carreteras alicantinas fue demoledora. Su duelo con Nairo Quintana en Peña Cabarga, un mano a mano que evocó su revelación en esas mismas rampas contra el 'Bisonte' Juanjo Cobo y se resolvió a su favor, fue emocionante. Su escalada a Lagos de Covadonga fue directamente desconcertante y provocó ríos de tinta cuando sus rivales, en un absceso de impotencia, cargaron contra su potenciómetro.
APLAUSO
No obstante su solidez, Froome jamás se mostró superior a Nairo Quintana subiendo. Ya en la Camperona sufrió una primera derrota de medio minuto respecto del colombiano; incluso en Lagos, pese a su comentada remontada, cedió otro medio. Sin embargo, la crono de Calpe concedía a Froome una ventaja figurada que le convertía en maillot rojo virtual. Por eso, en la etapa reina del Col d’Aubisque, los telefónicos se lanzaron en busca de las escapadas y dejaron que todo el peso del pelotón recayera sobre las piernas de los Sky, que se vaciaron tirando durante los casi doscientos kilómetros de serrucho alpino. Por eso al día siguiente Nairo se lanzó camino de Formigal apoyado en la perentoria agresividad de Contador. Aquella mañana, en Sabiñánigo, tres corredores de Tinkoff fueron los primeros en situarse en la línea de salida. Poco después llegaron los Movistar. Mientras tanto, los Sky se colocaron bastante atrás y desperdigados. Esa mañana sus directores habían aprovechado que la carrera comenzaba sobre las 14:00 para pedalear tres horas. Uno de ellos explicaba que esperaban una jornada tranquila toda vez que el terreno era relativamente sencillo y la anterior había sido muy exigente para todos. Cuando Alberto Contador arrancó en el kilómetro 8, ni Froome ni ninguno de sus compañeros estaban para tapar ese corte en el cual se habían introducido varios miembros de Tinkoff y Movistar junto a sus líderes. Antes de terminar la primera hora de carrera sólo tenía a su lado un gregario, el vizcaíno David López. Le cayeron dos minutos y medio de pérdida en una jornada memorable. Todos los Sky salvo Froome cruzaron la meta de Formigal en fuera de control, pudiendo continuar en carrera por la gracia de una organización que no quería ver su evento reducido a 71 ciclistas. Dos días después, el anglokeniano aseveró que deberían haber sido enviados a casa, "las normas son las normas", en lo que se interpretó como un rapapolvo público consecuente con los rumores que decían que había pedido que a su próxima Vuelta vinieran tanto sus gregarios del Tour de Francia como su director de cabecera, Nicolas Portal. Ahí murieron las opciones de victoria absoluta de Chris Froome, brevemente resurgidas con su excelsa crono alicantina. Le quedaron 1’21’’ que enjugar en Aitana y anunció una carrera "explosiva" para buscarlos. Sus esfuerzos quedaron en agua de borrajas: Movistar Team y Nairo eran demasiado fuertes. Pese a sus innumerables ataques en los seis kilómetros finales, no logró despegarse de su rival. Todo acabó con un ataque poco caballeroso del colombiano a cincuenta metros de meta, "un calentón", que Froome respondió con un aplauso irónico. Nada más cruzar la línea de llegada, dio la vuelta y se marchó sin hablar con los medios. La derrota no sienta bien a los campeones ni siendo grande.
Fran Reyes Luis Ángel Gómez