Ciclismo a Fondo

Más allá de las montañas

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Hay veces que lo más duro es simplement­e seguir adelante. Hacer como si nada, pedalear igual que siempre. Sonreír cuando por dentro uno muere de tristeza, soledad y mala suerte. Cuando el trabajo y el sacrificio indican que el camino es el correcto, pero la cabeza y las piernas no marchan. A Omar le viene pasando algo así desde el inicio de un año repleto de expectativ­as. Una otitis que le costó remontar, los vómitos en carrera en el Giro, la fiebre y la inevitable retirada. Los cinco días que vinieron después ya en casa, más triste que exhausto, sin poder tocar la bici, ni fuerzas para nada. Tocaba darle la vuelta a todo eso y dejarlo atrás. Omar lo consiguió reclutándo­se en Navacerrad­a, una montaña para recuperar la sonrisa y las piernas. "Trabajando durísimo, cuidándome en altura". Todo por un objetivo: la Vuelta a España. "Lo que quería era una victoria de etapa, en ningún momento me planteé luchar por la montaña porque sabía lo duro que sería. Tenía tres días marcados: Luintra, Naranco y Bilbao", pero pronto se dio cuenta de lo complicado que resultaría. El antes y el después de Omar lo marcan los Lagos de Covadonga. Se metió en la fuga y una vez cazado por los grandes aguantó con ellos. Acabó cuarto tras Quintana, Gesink y Froome. "Verme así, con el desgaste que llevaba desde la salida, ha sido lo más especial. Igual que entrar en el corte de Formigal, me demuestra que estaba atento y metido en carrera". Aquello le cambió el chip. "En las etapas que quedaban era menos factible poder ganar y con Alex -Sans, director de Dimension Data- replanteé la situación". Desde entonces se propuso reeditarse a sí mismo para subir a la cumbre más alta de la Vuelta. Reinarla. La lucha que libró fue encarnizad­a hasta la última jornada. Camino de Aitana se despertó con tres puntos menos que Kenny Elissonde. Omar se metió en la fuga, supo esperar a pesar del ataque del francés, que reventó, y recogió los puntos. Pero de repente, llegó la desgracia. "Se me rompió el cambio y la radio del equipo no funcionaba". En lo que cambió de bici la fuga se le fue... con Elissonde. "Fueron 20 kilómetros que me subía por las paredes. Me cayó toda la mala suerte de repente". Pero esta vez no podía ser. Omar había recuperado su sonrisa, la chispa y la espontanei­dad que le hacen especial. Y las piernas, después de tanta pena en un año negro. Bajaba continuame­nte al coche a preguntar cómo iba la carrera. Tensión máxima. Hasta que en Aitana le dijeron que cuando cruzara la meta fuese directo al podio a recoger el maillot de la montaña que llevaría hasta Madrid. Rey. "Ha sido más especial que el año pasado. He dado un salto de calidad y he cogido confianza". El maillot irá directo a la vitrina de su casa donde se irá a vivir en 2017. "Cuando vengan los malos momentos, lo miraré y recordaré que merece la pena seguir luchando".

Ainara Hernando

Foto

Luis Ángel Gómez

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