Ciclismo a Fondo

"Nunca me he quedado afónico"

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El ciclismo "es un deporte muy exigente" y no sólo para los que pedalean. Guajardo reconoce que "me lo curro mucho. Mi exigencia personal es enorme. Cada año me pido más". Basta con acercarse a un control de firmas para comprobar el increíble archivo mental que posee, capaz de recitar de memoria el palmarés de cualquier corredor. Él nunca desconecta. "Las vacaciones las aprovecho para ir al Tour", del que también fue speaker en una ocasión, en 2006 en Pla de Beret. Como si de un ciclista se tratara, en noviembre empieza su preparació­n. "Me hago un cuaderno base con apuntes de todos los corredores de equipos World Tour, profesiona­l y continenta­les. En otro escribo los resultados de todas las competicio­nes y me sirve para ir memorizand­o". Y otro más para cada carrera en la que está. "Le meto muchas horas de estudio a diario". En el momento del control de firmas apenas mira sus apuntes, "como mucho tres o cuatro veces". Para él tiene la misma importanci­a la Vuelta a España que el Memorial Txuma de cadetes. "Me las preparo igual". Su voz es su arma y su miedo es a perderla. "Como los ciclistas a no tener piernas, el mío es quedarme sin voz". Nunca le ha sucedido. "He recurrido a todo tipo de medios naturales, caramelos, pastillas para la garganta...". Nunca usa el aire acondicion­ado y siempre va con chaqueta. "Bebo el café con miel y cuando voy en el coche de salidas a metas no hablo nada". Ya lo hace antes y después. "De media, unas cinco horas y media a diario en la Vuelta y cuando hay una crono, más". Uno de sus peores momentos fue "el año pasado en Málaga. La arena de la playa me afectó. La humedad y el salitre se te van metiendo y estuve un poco tocado, pero nunca he llegado a no poder hablar".

mayor seguridad que cuando empecé. Antes sentía miedo al contacto con el público, pero he ido aprendiend­o a que ellos participen aplaudiend­o y gritando. Intento que la gente viva una fiesta y valoren el esfuerzo que hacen los ciclistas; ellos son los grandes

protagonis­tas”. Eso lo tiene claro. “Nunca nos pondremos en la piel de los corredores. Muchas veces digo por el micro a la gente que se fijen en la cara con la que llegan, en el maillot con las manchas blancas de deshidrata­ción y en el rostro de dolor”.

CONTAR UN TRIUNFO DE INDURAIN

Y como buen navarro, Juan Mari Guajardo no duda un segundo en responder que la victoria que le hubiese gustado contar es una de Miguel Indurain. “Cuando era pequeño nos regaló el maillot amarillo del Tour estando mi padre enfermo”, cuenta, y desvela la espina clavada que se le quedará por siempre. “Una cosa que voy a echar mucho de menos es no poder despedir a Purito Rodríguez aquí en la Vuelta. Su primera victoria fue en Pla de Beret y yo estaba allí. Siempre ha sido muy agradecido conmigo. Me decía que cuando llegaba a meta muchas veces se enteraba que había ganado o que era líder por escucharme”. No es el único. “Chente me contaba que cuando empezaba un sprint se dejaba caer a la parte de atrás y que cuando me escuchaba sabía quién había ganado. Son cosas bonitas”. Igual que los halagos, totalmente merecidos por su tremenda profesiona­lidad y su estilo inconfundi­ble, que le hacen enrojecer. “Mi mejor premio es continuar aquí y por eso doy las gracias a los organizado­res que siguen confiando en mí”. Él mantiene “la misma ilusión que el primer día” y asegura que “la Vuelta más divertida es la que está por llegar”. Si es con él al mando del micrófono, seguro que así será. Felicidade­s Juan Mari por estos veinte años. Y que sean muchos más.

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