"Me cuesta tener sangre fría"
Cuenta David de la Cruz que tras perder el liderato en los Lagos de Covadonga "le pedí al masajista del equipo si se podía quedar el casco rojo que me habían preparado para ese día, porque pensé que Brambilla podría ponerse líder". En aquel momento, el italiano era undécimo en la clasificación. "En los Lagos estuvo muy bien y también en Ézaro. Había esperanzas en que pudiera disputar la general". Eso, unido a sus grandes prestaciones en el Giro, donde ganó una etapa y aguantó la maglia rosa en la larguísima crono del Chianti, le hacía ser optimista. Pero su mente inquieta pudo con él. "El día que se cayó Contador, vi que se encendió la etapa, la gente atacaba y me fui". Es el hábitat natural de Brambilla, uno de los ciclistas más inteligentes y con mayor visión del pelotón. El ataque por instinto. Lo hizo en Formigal y lo logró. Por eso se va de la Vuelta con la sensación de haber logrado aquello que perseguía, pero no oculta que en el punto de mira tiene ver hasta dónde es capaz de llegar en la disputa de la general de una gran vuelta. "Sé que me va a costar mucho", reconoce. El italiano es puro carácter y corazón. "Me resulta difícil estar tres semanas siempre aguantándome a rueda y esperando. Tienes que estar 21 días plenamente concentrado, pierdes brillantez y no te dejan hacer este espectáculo. Me cuesta tener sangre fría, necesito ganar, es superior a mí. Debo aprender a relajarme porque he visto que consigo aguantar a la gente fuerte como Quintana en muchos días duros. Me toca trabajar duro para probar en 2017 la general en una de las grandes". No será fácil con su sangre caliente. "Antes que estar tres semanas a rueda para ser tercero o cuarto, prefiero un día de león".