Ciclismo a Fondo

Regreso al hotel Capitán

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Para el que corriendo se aleja del bullicio de la ciudad en busca de montaña y tranquilid­ad en los Picos de Europa, la carretera nacional que va desde Llanes hasta el Parque Nacional es una pequeña agonía que puede acabar en delirio nervioso si delante le toca un camión de carga. La carretera que se pierde de la autovía entre Oviedo y Santander para tomar el desvío a Cangas de Onís es una más, aparenteme­nte, donde el conductor va más pendiente del desvío al pueblo que de otra cosa. Sin entrar en Cangas de Onís, casi escondido a la izquierda, está el hotel Capitán. Hay que girar mucho la cabeza para verlo. Es un hotel de carretera más pero encierra una de las historias más grandes de nuestro ciclismo, la que dictó el final de una era. Las últimas pedaladas como ciclista profesiona­l de Miguel Indurain fueron ahí, el 20 de septiembre de 1996, cuando se retiró de aquella Vuelta a España. Han pasado veinte años de aquello y, por el aniversari­o, la parada en el Capitán es obligada el día que la Vuelta sube a los Lagos, allá donde Miguelón no llegó. Muchos cicloturis­tas pasan por allí camino de la meta donde horas después ganaría Nairo Quintana. Bastantes ni se giran a observar el lugar, aunque la dueña asegura que "mucha gente para aquí sólo a hacerse la foto en el lugar donde se retiró". En una de las paredes hay un cartel acompañado de una foto del navarro: "Aquí se dejó la vida deportivam­ente Don Miguel Indurain", reza. La imagen es de la campaña que protagoniz­ó para Danacol, con la que Indurain alguna vez bromea. "Los niños me conocen más por ese anuncio que por los Tours que he ganado". Junto a ese cuadro, otra foto enmarcada del ciclista dedicada personalme­nte "a mis amigos del Hotel Capitán", escrito de su puño y letra. "Siempre que está por aquí cerca nos visita -cuenta la propietari­a-. El primer año que vino no le reconocí porque no estaba tan delgado como cuando era ciclista".

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