Sprinters noveles
Cuando aún era profesional y un reputado lanzador de llegadas masivas, Julian Dean se mudó a Gandía con su esposa. En la meta que acogió su ciudad era felicitado efusivamente por sus paisanos: uno de sus pupilos de Orica-BikeExchange, donde ejerce de técnico especializado en sprints y reconocimiento de finales de etapa, había conseguido su primer triunfo en el UCI World Tour. "Y en su primera gran vuelta, y después de varios días trabajando para Chaves y Yates en la montaña", decía para enaltecer la victoria del prodigioso danés Magnus Cort Nielsen, que luego repetiría en Madrid. "Es un superdotado y será un gran clasicómano en el futuro. ¿Sprinter? No. Aquí esprinta porque el nivel no es muy alto". El tópico de que en la Vuelta apenas hay etapas propicias para velocistas y lo tardío del Mundial de Doha -que se disputará a mitad de octubre-, sumado a la existencia de un buen calendario alternativo para prepararlo con Tour of Britain y Eneco Tour como principales citas, han provocado que las llegadas masivas de la gran ronda española hayan estado huérfanas de grandes nombres y de los trenos habituales en Giro y Tour. De hecho, en las siete etapas que se decidieron al sprint se impusieron ciclistas que no habían ganado antes en una ronda de tres semanas. Esta es un arma de doble filo: por un lado, la ausencia de estrellas consagradas es un hándicap; por otro, la Vuelta se precia de ser la cita en la que nacen dichas estrellas. La trayectoria de Nielsen o Drucker dirá hasta qué punto esto último es válido.