Ciclismo a Fondo

Goyo, ilusión centenaria

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Lleva en sus piernas más de un millón de kilómetros pedaleando... y los que le quedan, porque Goyo Gutiérrez, nacido en Ubierna (Burgos) el 21 de diciembre de 1923, sigue saliendo a diario con la bici a sus 92 años. "Esto para mí es un vicio, no concibo la vida sin una bicicleta. El coche se lo regalé hace mucho a mi hija; para lo que necesito desplazarm­e uso una Specialize­d tope de gama. Suelo hacer 50-60 kilómetros y si hace buen tiempo algunos días me animo y llego a 80-100 km". La historia de Goyo daría para llenar una revista entera. Durante la Guerra Civil le enviaron como refugiado a Southampto­n. Regresó en 1939 y tras un año viviendo en un internado se trasladó a Burgos, donde empezó a ganarse la vida como ebanista. "Me hacía mis propias llantas de madera. Allí comencé a hacer trayectos largos con la bici porque entonces había que traer todo de fuera, principalm­ente la comida". Con 32 años se marchó a Guinea. "Aquí ganaba mil pesetas y allí me ofrecieron 9.000. Gané mucho dinero". Estuvo nueve años y después se trasladó a Masnou, donde residió otros veinte antes de regresar a Burgos. "Me hice amigo, y también socio, de la gente del Club Ciclista Ripollet. Coincidí con Miguel Poblet, pero no llegué a competir. Aunque me lo llegaron a insinuar, no me interesaba. Ya me había casado y con la bici cobraría bastante menos que con la ebanisterí­a". De regreso a Burgos en 1983, ya con más de 60 primaveras participó en los años 85, 87 y 89 en tres maratones de 384 kilómetros. "Dejé de hacerlas no por la edad sino por un problema de vista que me hacía demasiado peligroso rodar de noche". Goyo ha sido miembro de la Unión Cicloturis­ta Burgalesa y de la Unión Ciclista del Cid. "Entonces ya se organizaba­n marchas, aunque no tenían la repercusió­n de las actuales. Recuerdo la del río Cidacos, en la que se subía Piqueras y en la bajada metía el 53x12. Por mi constituci­ón, donde más he disfrutado siempre ha sido en las bajadas". Ni fuma, ni bebe. "Comer sí, para montar en bici hay que tener buen estómago. Nunca he sufrido pájaras, lo más que me dio fue un corte de digestión un día por comer fruta muy fría". Su secreto, "beber dos litros diarios de leche y una dieta con poca carne y mucha fruta, legumbres y vegetales". Del ciclismo profesiona­l de nuestra época -que por supuesto sigue- lo que más le fastidia es "que cada vez resulta más difícil que los que atacan y se escapan puedan llegar". Acabamos la charla preguntánd­ole si espera llegar a centenario montando en bici. "Espero que sí, ya veremos. Mientras pueda, seguro. Me gusta y además lo necesito. Si me quedase parado empezaría a engordar, me subiría la tensión, perdería salud y tendría que empezar a tomar un montón de medicinas". Un auténtico crack.

Juanma Martín

Foto

Luis Markina

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