EL ORO Y RODEZ
El crecimiento paulatino llevó a Van Avermaet hasta un punto de inflexión. Fue hace dos Tours de Francia en Rodez, uno de esos finales en cuesta en los que acostumbraba a ser competitivo pero no ganador frente a corredores más capaces de marcar la diferencia. Sólo que esta vez la moneda salió cara y derrotó a Peter Sagan en un emocionante mano a mano. ª Un gran triunfo que produjo un `clic' en mi cabezaº , describe. ª Algo cambióº. En efecto, desde entonces el belga es el mismo hombre con un aura distinta, ganadora. En 2016 se apuntó TirrenoAdriático beneficiándose de la suspensión de su final en alto; dominó la media montaña en el Tour para anotarse una etapa y vestir tres días de amarillo; y en los Juegos de Río alcanzó la apoteosis con un oro tan inesperado como majestuoso. ª Lo más grandeº , dice henchido de orgullo antes de explicar que el otro campeón olímpico que hay en el seno de BMC, Samuel Sánchez, no cesa de sugerirle calcetines, ribetes y tatuajes para conmemorar la gloria. ª Ya no tengo nada que demostrar a nadieº. BMC no le baraja ahora con otros líderes. Gilbert, de hecho, ha tenido que marcharse este invierno a QuickStep en busca de espacio para brillar. Pero a Van Avermaet le quedan cotas por franquear. Aún no ha ganado ningún Monumento. Tiene entre ceja y ceja el Tour de Flandes: pasa por su pueblo, ha subido dos veces al podio y el año pasado no pudo disputarlo por culpa de una caída. En los otros cuatro -San Remo, Roubaix, Lieja y Lombardía- también ha marcado ya puestos de honor. ¿Y si los intentara ganar todos?