Ciclismo a Fondo

Lo que no puedes controlar... y lo que sí

- Patxi Vila Técnico del equipo Bora-Hansgrohe

Nos vamos de las clásicas con menos de lo que merecíamos, pero en el ciclismo no siempre recoges lo que has sembrado. El Peter Sagan de 2017 ha sido más fuerte físicament­e que el de 2016, aunque los resultados no lo corroboran. Toca lamerse las heridas, plantear nuevos objetivos y seguir trabajando.

Llevar el maillot arcoíris es un acto de responsabi­lidad hacia el ciclismo, pero también con el deporte en general. Hay que honrarlo cada día, cada minuto de las 24 horas, los 365 días. Por eso, por respeto a la historia de nuestro deporte -y también porque era la mejor baza- Peter Sagan atacó en el Poggio. Lo hablamos y tenía que hacerlo en ese falso llano que ha visto atacar a muchos campeones, alguno llevando ese mismo maillot, porque además de ser el punto donde tenía más opciones, el cómo también importa, no sólo cuenta la victoria. Para nosotros la historia hasta esa victoria es igual de importante; Peter es así y no cambiará.

El guion se cumplió con Alaphilipp­e y Kwiatkowsk­i. La bajada había que hacerla fuerte, metiendo presión. Sprint entre tres y Kwiatkowsk­i sabía que la manera de ganar era provocar que Sagan fallase en la distancia del sprint. Dejó dos metros a la rueda de Peter y éste picó arrancando la volata a 300 metros, muy largo. Segunda Milán-San Remo perdida en la foto finish.

Cuando tu mayor rival gana dos clásicas en un fin de semana y hay un equipo que puede vencer con tres corredores, te presentas en el Tour de Flandes con un punto de calma pero con mayor determinac­ión que nunca. Todos esperábamo­s ese ataque de QuickStep en bloque. Tenía dudas de que fuera en el Muur, creí que sería en el segundo paso por Oude Kwaremont pero QuickStep es un equipo que respeta la historia del ciclismo. Aunque no sé el motivo, que Tom Boonen hiciera la selección

la última vez que pasaba por ese emblemátic­o sitio lo entendí como el guiño de un gran campeón al Tour de Flandes, un momento histórico que gocé. Ordené calma y conservar el bloque unido, teníamos a Bodnar por delante y gente para trabajar. Se trataba de mantener la escapada a 1’ para provocar el ataque desde lejos de su hombre más peligroso, Philippe Gilbert, que arrancó a 55 km de meta. Perfecto, llegamos a la última subida a Oude Kwaremont: "Peter, ahora te toca a ti". Atacó al final del trozo duro, justo antes del falso llano donde más daño hace la subida, con GVA y Naesen a rueda. Se pegó a las vallas buscando la menor resistenci­a a la rodadura de la tierra sin adoquín, pero un espectador tenía su chaqueta colgada, tocando la maneta izquierda de Sagan. Lo desequilib­ra y... game over. No hicimos nada mal, teníamos la carrera como queríamos y nunca sabremos cómo habría acabado. Es ese componente aleatorio incontrola­ble llamado suerte que no se puede controlar.

Roubaix es especial, diferente a todo lo demás. El Infierno del norte lo fue esta vez por el calor y las altas temperatur­as. Carrera rápida, los 97 kilómetros hasta entrar en el primero de los 29 tramos de pavé a 46,5 km/h. La reunión del día anterior fue intensa; sabes que son momentos únicos por lo especial de las circunstan­cias. En París-Roubaix hay dos cosas claras: el grupo se desgrana de atrás hacia delante, por lo que no debes tener miedo de tirar para arriba aunque sea muy pronto; y a todo el mundo le pillará una caída o pinchará, hay que estar preparado y esperar que no sea un mal momento cuando te pase.

Había que atacar, cambiar la estrategia e intentar disgregar los equipos para que los líderes tuvieran que empezar a trabajar pronto. Sectores 17-16 atentos, Trek-Segafredo pone un fuerte ritmo y el grupo sale roto del tramo. 10-12 corredores con Sagan y Bodnar. Peter se gira y ve que no hay ningún QuickStep, se pone en cabeza y aumenta el ritmo. Abren hueco y se les unen Oss y Stuyven, 77 km a meta, 1h40’ aproximada­mente. El hueco crece rápido, 30”, perfecto; Body haciendo un trabajo muy bueno, Sagan a rueda pero pincha en muy mal momento. Cambia rápido y todavía está entre la escapada y el pelotón. Ánimos por radio, en Roubaix hay que luchar hasta el velódromo, puede pasar de todo.

La carrera va loca, cada vez con menos coequipier­s, los sectores pasan sin darte cuenta. Stybar arranca antes del 8, Peter ve la oportunida­d, sale a por él y se junta un pequeño grupo. Atrás paran; Boonen tiene a Stybar, Van Avermaet usa a Oss como excusa. Entran en el sector 8 y poco después otro inoportuno pinchazo. El esfuerzo por volver al grupo de cabeza es tremendo. Ya es una misión imposible, un sobresfuer­zo de ese calibre a esas alturas de carrera... ni el campeón del mundo. Se apaga, no hay energía. Esos dos pinchazos tampoco se pueden controlar, sobre todo el momento en el que suceden.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain