Las tres erres
Rodez, Río de Janeiro y Roubaix. Tres ciudades convertidas en hitos fundamentales del ascenso a la cima de Greg Van Avermaet, un ciclista consolidado en la clase media alta del grupo que rompió hace un par de años un bloqueo invisible que le impedía ganar en citas importantes. Desde entonces acumula dos etapas y un liderato del Tour de Francia; un oro olímpico en la prueba en ruta; y hasta cinco carreras de un día del World Tour. La empinada meta de Rodez del Tour’15, al final de la Côte de Saint Pierre, fue el arranque de todo. "Ese día las cosas cambiaron y me comencé a sentir ganador -comenta Van Avermaet-. Pude con Sagan en su terreno y la gente comenzó a mirarme de otro modo". Trece meses después, la prueba en línea de los Juegos de Río disparó definitivamente su trayectoria. En un trazado demasiado duro para sus características, sacó petróleo y aprovechó el caos que generó la caída del trío cabecero en el descenso final del circuito. "No tenía casi opciones pero gestioné a la perfección la situación. Fue la carrera perfecta para mí, la que necesitaba para callar por fin a mis críticos. Es mi mejor victoria, por encima incluso de esta Roubaix". Con el ciclo de pruebas de un día de adoquines concluido, el balance es sobresaliente; Omloop Het Nieuwsblad, GP E3 Harelbeke, Gante-Wevelgem y París-Roubaix se han añadido al palmarés de Van Avermaet, quien empezó en el deporte como portero de fútbol en las categorías inferiores del KSK Beveren, equipo ya desaparecido pero famoso precisamente como cantera de los mejores porteros de Bélgica.