Ciclismo a Fondo

Los sacrificio­s de Froome

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Apenas una semana después de su triunfo en La Vuelta, aún con las heridas de la caída que sufrió en el Torcal, Chris Froome nos sorprendió posando desnudo sobre la Pinarello F10 roja que utilizó en la última etapa para el fotógrafo Marc Aspland en una entrevista a The Times. El británico aseguraba simpático que delante del espejo se siente un poco ridículo por la descompens­ación de su cuerpo, "muy delgado en el tronco y muy musculado en los muslos", algo que intentará solucionar tras su retirada ejercitand­o sus bíceps en el gimnasio. Froome explicó que en 2015 su porcentaje de grasa era del 9,8%, un dato que suscitó, como es habitual cuando aparecen sus registros fisiológic­os o de potencia, una enconada polémica en las redes sociales en la que participó su esposa Michelle. El tetracampe­ón del Tour vive ajeno a estas polémicas, ya que posteriorm­ente volvió a realizar unas curiosas declaracio­nes en una entrevista con la revista Shortlife en la que repasaba sus diez años de carrera profesiona­l. "Todos los errores que he cometido fueron parte del proceso de crecimient­o que me ha llevado a ser lo que soy", reconoce el ciclista del Sky, que cita entre esos errores un método de preparació­n ideado por él mismo que consistía en realizar dobles sesiones de entrenamie­nto el mismo día. "Durante una semana todo lo que hice fue entrenar, comer, dormir, entrenar, comer, dormir e ignorar detalles como el tiempo de descanso. Entrenaba, volvía para comer a las 14:00, me acostaba y me despertaba a las 20:00 para hacer otras seis horas. Montaba de noche y dormía de día, como un vampiro. Duré cuatro o cinco días... No era saludable", relata Froome, que confiesa que el mayor reto de su día a día como profesiona­l es cómo gestionar su vida social, ya que, aunque se encuentre en periodo de entrenamie­nto, debe cuidar mucho lo que come y regresar pronto a casa para entrenar al día siguiente. "Es genial cuando tengo un mes de descanso y puedo salir con compañeros", asegura, aunque ni en esos momentos se relaja porque, comenta divertido, su resistenci­a nocturna no tiene nada que ver con su poderío encima de la bici. "Nuestros cuerpos están siempre cerca del límite en cuanto a nutrición, por lo que cualquier cosa que tomamos se absorbe muy rápido. Digamos que una pinta de cerveza tiene un impacto bastante grande". Cuando se retire se plantea volver a la universida­d para concluir el grado en Economía que comenzó en Sudáfrica y que dejó a un lado en 2007 para enrolarse en el Team Konica-Minolta con el que comenzó su trayectori­a. Una década en la que, dice, no ha perdido la ilusión que le hizo enamorarse del ciclismo: la sensación de libertad e independen­cia de llegar a cualquier lugar sobre una bici.

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