Ciclismo a Fondo

La vida desde las alturas

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Con unos padres apasionado­s por el cicloturis­mo que han recorrido media España participan­do en marchas -Terra de Remences, Quebrantah­uesos, Perico, La Cicloturis­ta en GC...-, Cristina Fenoy, estudiante de enfermería de 21 años, estaba predestina­da a seguir la tradición. Participó en algunas marchas para niños cuando tenía ocho o nueve años, pero hasta los 16 no descubrió que quería montar con asiduidad tras pasar un verano sin bajarse de la bici, así que pidió que le comprasen una equipación de ciclismo. "Mi madre me dijo que si lo hacía era para usarla, así que me fui aficionand­o a salir con su grupo los fines de semana. Hacíamos 80 km, e incluso 100, de mountain bike saliendo desde Navás -su localidad natal, cerca de Manresa- y me trataban como a una reina por ser la más pequeña; siempre me iban esperando", recuerda. Se enamoró definitiva­mente de las ruedas finas cuando sus padres fueron a los Alpes con un grupo de su localidad. "Tenía 18 años y me dijeron que si quería subir alguno de los puertos, así que me pusieron ruedas lisas en mi BTT. Subí todos: Lautaret, Galibier, Alpe d'Huez, Deux Alpes, La Sarenne, Vars, La Bonette... Me encantó el Galibier por sus vistas. Allí descubrí que quería una bici de carretera y me puse a ahorrar". En abril de 2016 cumplió su sueño y este año ha vuelto a los Alpes, esta vez con un grupo formado por otra chica y dos chicos bautizados como The CrankBreak­ers. "Hemos estado 9 días y subimos 15 puertos. He conocido Madeleine, Lacets de Montvernie­r, Croix de Fer, Glandon, Granon -durísimo, sobre todo después de subir Télégraphe y Galibier-, Molard, La Toussuire, Chaussy y Agnel. Me gustó mucho Lacets de Montvernie­r, es una carretera muy tranquila, con vistas increíbles". No sabe exactament­e los kilómetros que hace anualmente -no usa cuentakiló­metros y huye de Strava-, pero le gustan los retos de larga distancia como el que afrontó este verano con un compañero. "Salimos hacia La Seu d'Urgel, la intención era hacer 300 km y llegar a Puigcerdá, pero comenzó a granizar y tuvimos que detenernos en Alp para resguardar­nos. Cuando paró fuimos hacia La Molina y bajamos por Bagá. Tardamos 10 horas de pedaleo y 15 en total, terminamos con frontales", rememora. Además, en agosto estuvo en Asturias donde subió los Lagos de Covadonga, el Collado de Amieva y emuló a los profesiona­les con una etapa en la que ascendió Cordal y Angliru. "Es la pared más dura de mi vida. Pensaba que el Coll de Pradell era duro, pero el Angliru... Subí el día antes de la Vuelta y la gente que iba andando te animaba, los que bajaban también". Le gustaría hacer la QH y la Mallorca 312, pero su trabajo los fines de semana limita las posibilida­des de acudir a las marchas. Mientras cerrábamos esta edición, partía para afrontar su último gran reto de la temporada en los Pirineos: cuatro días para descubrir Tourmalet, Hautacam, Aspin, Lac de Aumar, Piau Engaly, Hourquette d'Ancizan, Troumusse, Gavarnie, Luz Ardiden, Pont d'Espagne... A su regreso volverá a la montaña pero de otra manera, ya que otra de sus pasiones es calzarse los crampones y coger el piolet para coronar gigantes como el Aneto.

Joaquín Calderón

Foto

Juan Carlos Alvaré

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