Ciclismo a Fondo

ANTONIO PEDRERO

El catalán del Movistar visita nuestra sección de jóvenes talentos.

- Texto Ainara Hernando Fotos Luis Ángel Gómez/Photo Gomez Sport

No iba a tardar en llegar un regalo así a la casa de Tarrasa. ª Tenía cinco o seis años. Era una MTB, de marca Orbea y como las del Euskaltel de aquellos años. Naranja -recuerda Antonio-. Una para mí y otra para mi hermanaº. No había nadie en la familia sin una bici, de eso se encargó el padre, ciclista profesiona­l ya por entonces retirado. El cabeza de familia de los Pedrero había corrido en el Caja Rural, el Teka y el Puertas Mavisa hasta que en 1992 colgó la bicicleta, justo un año después de que naciese su pequeño Antonio. Pero la pasión por las dos ruedas y el amor por el ciclismo no dejó de transmitír­selo a sus hijos. Las bicis, el deporte, el compañeris­mo. ª Me apuntaron a una escuela de ciclismo. Salíamos todos los domingos a pedalearº. Por entonces no había competicio­nes, ni entrenamie­ntos, ni victorias, ni derrotas. Sólo un niño con ganas de pedalear. Eso fue lo que le enseñó José. ª Él quería que me lo pasara bien. Nunca me presionó para que me dedicara al ciclismoº. Por eso, dice Antonio, ª no me creo un predestina­do. Aunque haya visto bicis desde muy pequeño en casa y me venga de familia. Si no me hubiera gustado lo habría dejado porque es un deporte muy duro. Pero como no era mucho de estudiar...º. Una cosa llevó a la otra. Aquella mountain bike a una de carretera y las salidas de los domingos a las primeras

carreras en escuelas. ª Lo tuve fácil. Mi familia se volcó y cerca de casa había muchas carreras. Salía a entrenar con mi padre dos veces a la semana y luego competíaº. Pronto llegó la primera victoria. Alzar los brazos; eso no se olvida. ª Fue en infantiles, en 2007. Era un circuito, una carrera de pueblo. No me lo esperaba porque a esas edades siempre llegaba atrás, de los últimos. Fue muy emocionant­e porque pasé de llevarme el premio de consolació­n, que en esas categorías dan a todos los participan­tes, a tener la copa más grandeº. Pasaron los años y a Antonio le tocó hacer las maletas para curtirse como ciclista en Euskadi. Primero Seguros Bilbao y después Lizarte, al que brindó la Vuelta a Navarra de 2015. Entre pisos y hoteles, lejos de casa y del calor de la familia. ª El hotel Andia de Orkoien fue mi segundo hogar. Me quedaba semanas enteras, a veces un poco aburrido pero me trataban muy bien, como si fuese mi casa. Cuando estaba allí llenaba la bañera y lavaba yo mismo la ropaº , rememora.

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