MAVI GARCÍA
La mallorquina se lo pasó bomba contándole su vida a Fran Reyes.
DE PEQUEÑA HACÍA PATINAJE ARTÍSTICO.
Es similar al patinaje sobre hielo, pero lo practicábamos sobre cuatro ruedas y en una pista de parqué o cemento pulido. Se me daba superbien, todos los años me convocaban para el Campeonato de España. A los 16 se me fue el gusanillo: mientras mis amigas se iban de marcha, yo invertía muchas horas en el deporte y sólo me quedaba tiempo para estudiar. Demasiada presión y fatiga; así que lo dejé.
ME PASÉ 8 AÑOS SIN HACER DEPORTE.
Pillé otro ritmo de vida, y unos cuantos kilos. Sin embargo, en un momento dado sentí la llamada. Me apunté a tenis con una amiga y antes de clase corría un rato por el polideportivo para calentar. Alguien me vio y me sugirió que probara a competir, así que me inscribí en una milla... y acabé tercera. Desde entonces, no lo he dejado. Luego añadí el ciclismo por mi hermano, que me animó a apuntarme a duatlones. ¡Incluso me prestaba su bicicleta para participar! Así empecé una carrera como duatleta en la que he sido campeona de España y subcampeona del mundo.
BIZKAIA˜DURANGO ME DIO LA OPORTUNIDAD DE SER CICLISTA.
En 2015 ya estaba acostumbrada a competir en bicicleta en Mallorca y un amigo de mi pareja llamó a la RFEC para preguntar cómo podía medirme con las mejores corredoras a nivel nacional. Agurtzane Elorriaga, directora de Bizkaia-Durango, me invitó a una concentración del equipo. Hicimos la típica prueba, ir a la base de un puerto y subir a tope, y coroné primera. Así se decidió a incorporarme.
EL CICLISMO FUE DEMASIADA INFORMACIÓN EN POCO TIEMPO.
Más aún para una tía de 30 años como tenía yo en mi primera temporada con Bizkaia. Me asustaba muchísimo en el pelotón y carecía de visión de carrera, así que no entendía las tácticas. Estaba acostumbrada al duatlón, un deporte más asequible porque es individual y permite escoger el calendario a la medida. El ciclismo era muy diferente por la dinámica de equipo, viajes y competición. No me encontré del todo bien en ese primer año.
SUFRÍ UNA CAÍDA DURÍSIMA EN EL TOUR DE SAN LUIS.
Fue a principios de 2016. No recuerdo qué pasó: me partí la nariz y tres dientes; me dejé hecha un desastre la barbilla, la rodilla... Un cristo. Todas las marcas que tengo en el cuerpo son de esta caída. La recuperación física fue rápida: dos días después ya salí a trotar con el masajista todavía con la cara vendada. Cuando regresé a España me monté en la bici de inmediato para no cogerle miedo, pero aun así le tomé cierta aversión al pelotón. Estuve meses asustándome en esos momentos en los que pasas delante y después te va comiendo el pelotón. Lo pasaba fatal. Competir era un suplicio. Estuve a punto de renunciar y centrarme en el duatlón.
EL GIRO D’ITALIA SE ME DIO BIEN.
Lo corrí en 2016, justo después de proclamarme campeona de España, y me devolvió toda la confianza en mí misma. Nunca había preparado específicamente una prueba de una semana; supongo que estar acostumbrada a entrenar duro día sí y día también, corriendo y en bici, jugó en mi favor. La cuestión es que cada día fui a más y en el último incluso estaba entre las cinco mejores. Ahí me di cuenta de que las rondas por etapas son lo mío. Este año no pude regresar al Giro con Bizkaia; ojalá el próximo pueda participar con mi nuevo equipo Movistar.
MOVISTAR WOMEN’S TEAM ES UNA GRAN NOTICIA.
Tener un equipo español importante atraerá más aficionados y generará una gran difusión. Para nosotras será una tranquilidad por cuanto nos permitirá ser profesionales a tiempo completo. Estoy deseando empezar: quiero competir muchísimo para mejorar mis habilidades en carrera y progresar como ciclista. EL CICLISMO FEMENINO ESPAÑOL NECESITA VISIBILIDAD.
Ahora mismo muchísimas mujeres, incluso deportistas, no saben que existe. Necesitamos explicarnos, darnos a conocer para que la gente pueda seguirnos de cerca. No sólo es una cuestión de que los medios hablen sobre nosotras: también las deportistas tenemos la responsabilidad de utilizar las herramientas a nuestro alcance, como por ejemplo las redes sociales, para llegar a la gente. Si todas empujamos, subiremos un escalón.
ESTUVE 12 AÑOS TRABAJANDO EN UNA EMPRESA DE HOSTELERÍA.
Montábamos bares y restaurantes en Mallorca. Me inicié llevando números y contabilidad, pero crecí hasta hacer de todo: vendía, instalaba... Cuando empecé a entrenar en serio, mi vida era una locura. Como trabajaba ocho horas a turno partido, aprovechaba la pausa de mediodía para salir en bici y, cuando daba de mano, me iba a correr al polideportivo. Encima vivía sola, así que tenía que mantener mi casa en orden como cualquier hijo de vecino. Fueron años muy duros. Hace dos temporadas pedí una excedencia para poder centrarme en el deporte.
EL CICLISMO Y LA CARRERA A PIE SON DEPORTES COMPATIBLES.
En ambos se entrenan cualidades muy parecidas: potencia, fuerza, fondo... Hasta ahora he utilizado la bicicleta para el fondo, lo cual me ayuda para no contraer lesiones, y la carrera a pie para la intensidad porque me resulta más fácil alcanzar ciertas pulsaciones. Mi musculatura no se resiente porque lleva muchos años adaptada a ambos deportes. Eso sí: en 2018 me centraré en la bici para descubrir dónde está mi techo y sacar el máximo partido a la oportunidad de ser profesional. No creo, eso sí, que sea un cambio definitivo.
ANTES DE COMPETIR NO SABÍA NADA DE CICLISMO.
Nunca veía carreras. Ahora sí lo sigo, de cerca y desde dentro. A nivel internacional me gustan chicas como Megan Guarnier, que son polivalentes y siempre están en primera línea. A nivel nacional, está claro que las referentes son Ane Santesteban y Sheyla Gutiérrez. También añadiría como nombre a seguir a Eider Merino: es un diez como persona y tiene un potencial increíble como ciclista. Estoy segura de que llegará muy alto.