Cuando Josefa conoció a Van Avermaet

En la primera mitad del viernes se cayó el cielo sobre la costa alicantina. No cesaba de llover y la crono por equipos que debía barajar la general de la Volta a la Comunitat Valenciana se convertía en una trampa. "Nosotros ya teníamos un poco de miedo a este día porque sabíamos que el recorrido era muy técnico", nos contaba el director técnico de la prueba, Paco Benítez. "La lluvia disparó nuestras alarmas". Hubo cierta polémica, dimes y diretes, tuits y reuniones, que culminaron en una solución salomónica: la crono se disputaría para satisfacer al público y a los organizadores, pero no contaría para la general para que los equipos no estuvieran obligados a asumir riesgos. Anuladas las diferencias, cesó la lluvia y con ella los problemas originales, pese a lo cual la mayoría de escuadras optó por no competir a pleno gas. A BMC le dio igual. El equipo de matriz suiza domina la disciplina gracias a la calidad de sus ciclistas y a la meticulosidad del devoto técnico Marco Pinotti. De hecho, ha conseguido dos oros y tres platas en los seis Mundiales CRE que se han disputado. Irían a tope sí o sí. Cuando vieron que los corredores pasarían frío a merced del gélido viento de Benitatxell, no dudaron en tocar a la puerta de una casa vecina y pedirle a la dueña, Josefa, que les hiciera hueco en su cobertizo para colocar rodillos, bicicletas y atletas. Repleta de buena voluntad, Josefa sacó de allí el tractor y unos cuantos trastos más. Después se apoyó en un quicio a observar al campeón olímpico Greg Van Avermaet, al futuro arcoíris contrarreloj Stefan Küng y compañía calentar entre los aperos con los que trabaja su finca. Valió la pena el esfuerzo de Josefa: BMC ganó la CRE.