BIOMECÁNICA
"Tu problema no está en las métricas de la bici, ni en la cala, ni en nada mecánico: el problema es tu forma de pedalear, la gestión del movimiento. Olvídate de todo lo demás y céntrate en eso". La verdad es que cuando Jon Iriberri, el biomecánico de CAF, se pone así es mejor hacerle caso y seguir sus órdenes. Pero la cuestión que se me planteaba era: ¿cómo puedo tener un feedback de mi pedaleo si no lo veo, ni nadie estará a mi lado en las salidas para decirme si lo hago bien o mal?
Me presento, soy José Mari Arrizabalaga, ciclista de muchos años de Bilbao y también de mucho tiempo con problemas en las rodillas hasta que, tiene narices a mi edad, me enseñaron y aprendí a pedalear. La respuesta a mi consulta me la dio el propio Iriberri: "Seguro que tienes una cámara de acción para grabar las salidas y que ya te has aburrido de ella. Pues colócala en la potencia enfocando a los pedales y graba. Después te miras los vídeos para que compruebes cómo lo has hecho. Con unos segundos en distintos momentos de la salida es suficiente; al comenzar, cuando ya llevas un buen rato y en la fatiga final". Dicho y hecho, así coloqué la cámara. Primero en el rodillo, mi banco de pruebas para todos los experimentos. La verdad es que las instrucciones que me da Jon para mejorar son claras y precisas: sube el talón, que no se caiga y empuja el pedal en fase descendente; no tires de él en el recobro. Por supuesto, como os podéis imaginar es todo lo contrario a lo que hacía, tanto por mi falta de fuerza -y yo que pensaba que tenía-, como por algunos desajustes musculares que también he ido corrigiendo.
UNA DE TERROR
Los primeros vídeos que grabé en el rodillo fueron dantescos. Lo que yo creía que hacía más o menos bien era un auténtico desastre. Pero ni comparación con las escenas gore que aparecían en las grabaciones de las salidas, sobre todo en la fase final con la fatiga ya acumulada. Pero ese feedback que me preparaba yo mismo servía para que me centrara cada día un poquito más en llevar el pie a su sitio, hacer fuerza y comprobar que ambas piernas iban más o menos simétricas. Y así he dado un nuevo uso a mi cámara, aunque ni siquiera hace falta disponer de una: con el propio móvil y una sujeción de manillar resulta suficiente. Os lo recomiendo vivamente, aunque quizá os asustéis al principio al ver las cosas tan extrañas que hacéis en algo que aparentemente parece tan sencillo como es realizar círculos con los pies.