MOTIVACIÓN
Después de superar un grave accidente por atropello, en 2018 celebra sus bodas de plata con la Quebrantahuesos al son de la música y los conciertos que tanto ama.
Cinco casos más que nos inspiran.
A Anton Sierra la vida le cambió una mañana de la primavera de 2011. Estaba corriendo el Memorial Patxi Vila, una marcha más en su palmarés de las muchas que llevaba ya a las espaldas. Aquella tenía un sabor especial porque era el último test. El examen final una semana antes de viajar hasta Sabiñánigo para colgarse una vez más el dorsal en la Quebrantahuesos, su marcha cicloturista preferida. Pero en un punto del recorrido, entre Lesaka y Bera de Bidasoa, "un coche nos atropelló a dos de los tres que íbamos rodando juntos. Venía por detrás y no me enteré. Fui diez metros encima del capó hasta que la conductora frenó y salí despedido". De aquel fatídico momento tiene vagos recuerdos, "porque la conciencia me iba y me venía -explica-. Al principio me dijeron que me había pegado contra un pretil, después ya me contaron la verdad. Antes de desmayarme no paraba de quejarme del dolor y me contaron que repetía constantemente que la semana siguiente era la QH". Anton fue evacuado en helicóptero al Hospital Donostia de San Sebastián, donde estuvo ingresado más de un mes. "Tenía aplastamiento de lumbares y fisura de sacro. Y gracias", aclara, sabedor de cómo podía haber acabado. A las tres semanas del accidente lo levantaron de la cama y cuando intentó andar por primera vez "me di cuenta de que se me había olvidado. Cuando al día siguiente logré dar unos pasos, tenía unas agujetas como si hubiese corrido un maratón". Pero su empeño por volver al ser el mismo de antes le impidió decaer. "Aunque estuve 19 meses de baja, fui muy constante con la rehabilitación, el gimnasio y la natación. Tenía claro que quería recuperarme plenamente". Lo logró. Casi dos años necesitó para subirse de nuevo a su bicicleta. "Empecé yendo por el carril bici", rememora. La primera marcha en la que volvió a ponerse un dorsal fue la Bilbao-Bilbao. "Llovía y hacía muy mal tiempo, pero cuando se dio la salida y empecé a pedalear me puse a llorar. Me salió así. Estaba muy emocionado y contento. Me hizo mucha ilusión reunirme con mis amigos y volver a andar en bici. Era por lo que había luchado". Por mediación de unos amigos le regalaron unos guantes de Patxi Vila y a los tres años del accidente regresó a su marcha. "Quería desquitarme". Comprobó que la zona donde le atropellaron "era una recta ancha y sin complicaciones". Desde entonces, Anton Sierra no se ha bajado de la bicicleta. "He hecho un montón de marchas y también vueltas cicloturistas, como las antiguas Ruta de la Reconquista en Asturias, las Rutas leonesas, la Vuelta a Cantabria o La Cicloturista de Maspalomas. Y además, la Purito, la Indurain...". Es asiduo al Circuito de Cicloturismo de CAF. "Siempre mando las pruebas que hago, desde hace más de diez años. Y he practicado cicloturismo de alforjas y he corrido la Transpirenaica. Un año completé el Camino de Santiago y alargué hasta Vigo. También me fui hasta el túnel de Bielsa, volviendo por todo el Pirineo hasta Bera de Bidasoa para participar en la Miguel Indurain". En 2018 participará en su 25ª Quebrantahuesos, "mis bodas de plata".
FIEL LECTOR Y DE PERICO
La bicicleta le ha dado, afirma Anton, "muchísimos amigos de todas las partes de España", igual que la música, otra de sus pasiones. No se pierde los grandes conciertos de sus bandas preferidas como Coldplay, U2, Bruce Springsteen o Bon Jovi. En su casa de Oñati (Guipúzcoa), donde vive desde que de pequeño sus padres se trasladaron desde La Rioja, acumula, además de un sinfín de CDs y libros de música, una biblioteca de lujo, con los 400 números de Ciclismo a Fondo. "Un amigo me traía antes el Miroir du Cyclisme de Francia. Luego empecé a comprar todas las revistas de CAF". La primera, además, con la portada de su gran ídolo, Perico Delgado. "Mis favoritos eran él y Van Impe. En Oñati no era fácil ser de Perico porque a la gente le gustaban Lejarreta y Gorospe, pero a mí siempre me cautivó". Lo más duro que ha subido es el Angliru, dice sin dudarlo. "He estado en los Dolomitas y el Mortirolo o el Stelvio son más puertos, pero la bestialidad de los últimos kilómetros del Angliru no la tiene ninguno". Con ganas de seguir conquistando cuestas con su Pinarello, Anton Sierra asegura que nunca le resultan indiferentes las noticias que hablan de atropellos a ciclistas. Algo se le remueve dentro. "Cuando mataron a Iñaki Lejarreta me quedé en shock. Mi accidente había sido poco antes y me impactó. Pero hay que seguir adelante y aprender de ello. Ahora tengo más precaución, no me salto ni una norma y siempre voy por dentro de la calzada si salgo a andar en bicicleta con alguien, jamás por fuera. Nunca he tenido miedo, pero sí mucho respeto".