LA GRAN PRUEBA
La sexta generación de una de las bicis más deseadas del mercado recibe un importante rediseño para seguir llenando los sueños de los que salís a la carretera.
Specialized S-Works Tarmac, el prodigio de mejorar un modelo soberbio.
Cada vez que una nueva Tarmac ve la luz todas las miradas se concentran en la marca de Morgan Hill. No es para menos, ya que a cada nueva edición de su modelo estrella, cuando creemos que los ingenieros no pueden exprimir más las prestaciones, nos sorprenden con algo que nos gusta un poco más. Una circunstancia que no es sencillo conseguir en una bici que conocemos desde sus comienzos y que en todas sus versiones se ha caracterizado por transmitir unas sensaciones muy nítidas, además de, por supuesto, una clara genética de competición. Realmente es una bicicleta muy fácil de probar, y de escribir el test, ya que desde la primera pedalada nos deja claras sus intenciones, más allá de los argumentos técnicos como el nuevo carbono FACT 12r o el diseño individual talla a talla Rider-First Engineered con el que Specialized consigue que cualquier ciclista, sin importar su tamaño, tenga las mismas percepciones sobre esta montura. Más ligera y vivaz en las subidas, por lo que, aunque por nuestra corpulencia nos suele gustar subir sentados y a ritmo, en esta Tarmac buscamos ponernos de pie y hacer bailar la bici. Una rigidez a prueba de bombas que nos permite disfrutar en esas mismas subidas de la sensación de poderío cuando mantenemos el plato grande y percibimos cómo las gomas muerden con fuerza el asfalto o esa agilidad en la dirección que nos deja enlazar una doble curva derecha e izquierda en apenas un palmo de terreno, a la vez que se muestra tan noble que podemos seguir pedaleando sin aminorar el ritmo en curvas rápidas que en otras ocasiones nos obligan a ser cautelosos. Un cúmulo de información que nuestro cerebro procesa constantemente durante el transcurso de la ruta para traducirlo en simple y puro disfrute.