Ciclismo a Fondo

Purasangre FERNANDO GAVIRIA

Al colombiano le vuelven loco los caballos. Ya tiene cuatro, uno de ellos de Jerez. Pura raza. Como él. Tiene buen gusto igual que al elegir lo que quiere ganar. "Todo. Siempre que me pongo un dorsal estoy pensando en ganar". Ahora le toca galopar encima

- Texto Ainara Hernando Fotos Bettini Photo Foto apertura Luis Ángel Gómez/Photo Gomez Sport

Con tres años le quitó los ruedines a su primera bicicleta y pedaleó sin caerse por los alrededore­s de su pueblo, La Ceja, en Antioquia. Con 17 ya fue bicampeón mundial juvenil en pista y con veinte le ganó dos veces en tres días a Mark Cavendish, siendo un completo desconocid­o que disputaba el Tour de San Luis con el maillot de la selección colombiana. Era su primera carrera profesiona­l en ruta. Con 20 años se colgó el oro mundialist­a en omnium. Ahora, con 23, ya suma una treintena de triunfos en su palmarés, incluyendo cuatro etapas en el Giro de Italia y el maillot de los puntos, además de la París-Tours. Pero Fernando Gaviria quiere demostrar que es mucho más que un sprinter. Para eso, se dice y se repite, ª esta temporada tengo que ser más profesiona­lº. ¿En qué sentido?

En que aún sigo siendo joven para ser ciclista. Año tras año hay cosas por cambiar y por ir evoluciona­ndo. Sólo me voy dando cuenta de ello con un golpe, una caída o un tropiezo. Debo ir variando aspectos que pueden llegar a hacer la diferencia. ¿Cuáles son esos aspectos?

No sabría decirte, pero me doy cuenta en el mismo momento que me pasa y sé que no debería estar haciendo eso. Como cuando estoy en plena temporada y monto en mis caballos. O salir en mountain bike. Son cosas que, aunque no perjudican, suponen un riesgo que no tengo necesidad de tomar. Entonces son más bien sacrificio­s lo que tienes que hacer.

Sí. La temporada ya es un poco más larga de lo que yo quisiera, pero cada mes de diciembre tengo que estar más centrado y enfocado en esto. Debo planificar bien mis vacaciones, no que en mitad de temporada quiero una semana libre y no montar en bici. Resulta obligado plantearse unos objetivos y partir la temporada en dos. Es lo que he hecho este año con un bloque grande hasta la París-Roubaix. Después me tomaré una semana de vacaciones y luego empezaré a centrarme para preparar el Tour de Francia. Una vez lo corra tomaré la decisión de si sigo compitiend­o en Europa en verano o regreso a casa.

INSACIABLE

¿Cada año estás aprendiend­o a ser ciclista? Sí, voy cogiendo la rutina del ciclismo de Europa. Vengo de Colombia, donde tenía una carrera hoy y la siguiente era en tres meses, y la otra en quince días. Pasaba mucho tiempo en el que no competía y ahí el nivel bajaba, tomaba descansos. Debo transforma­r eso. ¿Para lograr...?

Para ir mejorando la calidad de mis victorias y empezar a ganar monumentos y etapas en el Tour. Más que vencer dos o tres clásicas al año, prefiero ir ganando una tras otra, pero conseguir una cada temporada. Siempre que me pongo un dorsal estoy pensando en ganar. No pienso que sea el Tour de Francia o la Vuelta a San Juan. Siempre quiero ganar, acumular más victorias en mi palmarés. ¿Un sprinter nace o se hace? Las dos cosas. En mi caso no lo sé, quizá el entrenamie­nto me volvió sprinter. ¿Qué es un sprint?

Una victoria. Si no, ¿para qué me voy a meter en un sprint si no lo voy a ganar? Si tengo la visión de conseguir una victoria es porque arriesgo de más en una curva o porque paso por donde cree todo el mundo que no hay sitio para la bicicleta. En el sprint siempre se juega a caerse, a rozarse... es lo que hace interesant­e el ciclismo. Si siempre fuera igual, sin caídas ni pinchazos, sería aburrido. ¿Un sprinter debe tener un punto de locura para meterse a disputar una llegada masiva? Un poco no, mucho. Si un sprinter es consciente de lo que está haciendo y va pensando en lo que va a pasar, deja de ser velocista. No es factible medir el riesgo de lo que puede llegar a suceder. ¿Qué piensa uno cuando está ahí dentro?

Yo lo único que pienso es en pasar primero. ¿Tienes aún margen de mejora?

Espero que sí, que el actual no sea mi mejor nivel porque todavía soy joven. Si quiero ganar más carreras importante­s tengo que elevar mi rendimient­o año tras año.

¿En qué puedes progresar? Trabajo mucho en la parte mental porque creo que es lo que puede marcar la diferencia y permitirme tener mejor rendimient­o y mayor capacidad de sufrimient­o. ¿Hay algo que te haga especial ilusión conseguir este año?

Muchas cosas. Clásicas, etapas en el Tour... hay muchas carreras que quiero conseguir. Quisiera ganarlas todas en el mismo año, pero sé que es casi imposible. Lo voy a intentar. Mi sueño es alcanzar un gran palmarés el día que decida retirarme. Todo ambición.

Sí, muchísima. ¿Te da miedo el Tour? No, ¿por qué? Hay mucha gente que le tiene respeto al debut en la ronda gala. No, porque voy a entrenar. ¿A entrenar para qué? A entrenar para ganar. ¿El Giro de 2017 te hizo darte cuenta de que también puedes ganar a los mejores en las grandes? En el Giro sufrí mucho, la última semana se me hizo un poco larga pero tenía la ilusión de conseguir el maillot de puntos; lo había hecho todo bien. En el equipo al inicio me decían que me mandarían para casa en la segunda semana. Les dije que sí, pero que en ese caso quería ir al Tour. Entonces fue cuando decidieron dejarme toda la carrera. El día que más sufrí fue el del Stelvio. Esa etapa las piernas amaneciero­n mal, creo que fui el primer corredor que se descolgó. Siempre me esperaban Iljo Keisse y Max Richeze, que me animaban. Cogíamos nuestro ritmo, empezamos a pasar grupos y pudimos llegar a meta tranquilos. ¿Ahí entra en juego esa parte mental?

Sí, en el Giro muchas veces me quedaba por el estrés, porque estaba desesperad­o de haber salido de mis límites. Ver a Iljo y a Max con tanta tranquilid­ad me generaba mucha calma. Me limitaba a seguir su ritmo. Si ellos se quedaban, yo también lo hacía para guardar fuerzas para el final.

LA ROUBAIX

¿Cuál es la carrera de tus sueños? La París-Roubaix. Este año la disputaré por primera vez -la caída que sufrió en Tirreno comprometi­ó seriamente su debut-. Creo que la capacidad de sufrimient­o hará la diferencia porque al final todos van muertos, pero el que tenga ese poquito de más es quien puede ganar. Me he preparado mucho. ¿Por qué ese amor por el pavés?

Más que por el pavés es por los ciclistas, los que hacen este tipo de carreras no son normales. Son personas que dan más de lo que tienen para conseguir la victoria. Y yo quiero ser como ellos. ¿Cuándo descubrist­e las carreras de adoquines? Recuerdo una de las victorias de Tom Boonen en París-Roubaix. Cuando le vi cómo ganaba me enamoré de estas pruebas. ¿Y la primera vez que corriste sobre pavés?

En la Dwars door Vlaanderen de 2017. Y fue estupendo porque me sentí superbien y no lo esperaba. Me faltó conocer más el recorrido, dónde tenía que avituallar­me. Estaba tan concentrad­o en la carrera que olvidé ingerir líquido y comida. Al final sufrí calambres. ¿Conoces algún tramo de la ParísRouba­ix?

El año pasado pasé por la foresta entrenando. Pero el problema no es el tramo de pavés, sino que ya llevas doscientos kilómetros cuando llegas allí. Estás en el límite y sabes que tienes que pasar el tramo donde más se rompe el pelotón. Ahí comienza otra carrera. Lo hice después de haber pedaleado una hora, pero no logré percibir lo difícil que puede ser en competició­n. Antes de ser profesiona­l, ¿tenías alguna referencia o algún ciclista en el que te fijases especialme­nte? Siempre me he fijado en todos los ciclistas, porque tener una única referencia es como mirar siempre algo que, si no sale bien, puedes perder una ocasión de victoria, como cuando corrí en San Luis contra Cavendish. Tenerlo a él de referencia era como estar obteniendo un segundo lugar, porque si alguien salía y lo sorprendía me hubiera quedado detrás de Cavendish. Siempre analizo y respeto a los demás, aunque no tengo el miedo de no poderles ganar. Sé que es difícil pero es lo que se busca en Europa, ciclistas que hagan el cambio. En Europa todos los grandes sprinters cuentan con mejor palmarés que yo, grandes vueltas, monumentos, etc. Estoy por debajo de ellos y los respeto, pero a la hora del mano a mano somos rivales. Y llegas a San Luis, sin que nadie te conozca, y le ganas a uno de esos, de los grandes. Ese año era imposible tomarle la rueda a Cavendish, todos la buscaban. No quería desperdici­ar mi energía luchando por una rueda que quizá me iba a durar un minuto o un segundo. Lo tenía bien analizado, porque sabía que era el corredor más fuerte y experiment­ado. Cuando arranqué el sprint no pensé en la victoria, sino en que quería subir al podio y lucir el maillot de mejor joven. Pero al ver que ya estábamos tan cerca de la meta e iba primero, me asaltó el temor de que me pasara en el último metro. Lo di todo y ver que no era capaz y que le ganaba me motivó para los siguientes días. ¿Qué pensaste al comprobar que batías a Mark Cavendish?

No pude dormir. Y tampoco pudo mi compañero, Felipe Laverde. ¿La noche de la segunda victoria tampoco?

La segunda fue un poco más de sacarme una espina por un comentario que escuché de Sacha Modolo, que dijo que había ganado por suerte, que no me

conocían. Siempre he pensado que en un sprint no puedes conocer a todos, pero si quieres ganarles debes superar a todos. Quise mostrarles que la primera vez no fue una casualidad. Ese día quedó más que demostrado. Quieres convertirt­e en un hombre de clásicas, ser mucho más que un sprinter, ¿pero con los años te puede pasar que pierdas esa chispa que tienes ahora de velocidad en favor de ser más consistent­e en el pavés? Es de esperar. No sé cómo evoluciona­rá mi organismo con el paso de los años. Sé que hay sprinters jóvenes que llegan a un punto que no avanzan más y otros corredores, como Greipel, que ya tienen cierta edad y siguen ganando. Seguro que voy a ir cambiando. Si es hacia las clásicas estaré muy contento; y si es sólo en el sprint, buscaré ganar en las llegadas masivas. ¿No te dolería perder tu punta de velocidad actual?

El problema es más trabajar en una contrarrel­oj porque las clásicas se definen en el final. Ataca Sagan, ataca Cancellara... y es una crono hasta la meta. El final de las clásicas es uno contra uno, ya no hay equipos que valgan. Se acumula mucho desgaste y las fuerzas están muy limitadas. El que más fuerza conserva acaba ganando la partida. Un ejemplo de esa transforma­ción fue Boonen, con quien compartist­e equipo hasta el año pasado. ¿Te dio tiempo a aprender algo de él?

Sí, más fuera de la carrera que dentro. Era un corredor muy profesiona­l, por supuesto, pero luego mostraba que el ciclismo no es todo en la vida. Eso fue lo que más me gustó de él. En la bicicleta era uno, pero fuera de ella mostraba muchas más cosas. Llegó a decir que eras su sucesor... El nivel que puso es demasiado alto. Conseguir cuatro París-Roubaix es mucho. Si logro una sería feliz y me retiraría tranquilo. Pero me motiva; si alguien como Boonen ha visto algo en mí es que puedo conseguir cosas.

SAGAN, TATUAJE Y COLOMBIA

¿Quién es el rival mas difícil de batir en una volata? Pienso en todos porque en el que menos lo haga me puede ganar. Siempre estoy atento a cualquier movimiento que puede darse en el sprint. ¿Sagan es la referencia?

¿Quién no quisiera ser Sagan en este momento? Todos envidiamos a ese tipo de corredor. Rompe los esquemas y hace que el ciclismo sea mucho más llamativo. Todos los corredores le tienen miedo; yo le tengo admiración. Nos llevamos bien y cuando nos vemos en carrera nos respetamos como rivales, pero sabemos que lo somos. ¿Has dejado la pista completame­nte aparcada?

En Río dije que no volvería más a la pista, pero estoy analizando una opción. La decisión también la tiene Iljo Keisse. Quiero correr la madison con él, no como compañero sino como rival. Es una referencia que me puede ayudar mucho y entre los dos podemos marcar diferencia. Estamos hablando de la posibilida­d de hacer las mismas carreras de la Copa del Mundo. Podemos brindar un buen espectácul­o entre los dos para la afición y así mostrar cómo se corría antes, que se tiraba más de inteligenc­ia, y cómo se hace ahora, que juega más el gas que tengas. Algo así como unir dos mundos diferentes. Ganar un oro olímpico sería muy importante. Siempre quiero ganar. En Río no pude y si al final voy a Tokio en la pista lo intentaré de nuevo. Y quizás también en la prueba en ruta. ¿Qué significad­o tiene el nuevo tatuaje que te has hecho? Me lo hice al de volver de China, en noviembre. Me gustan los animales. Me iba a tatuar la cara de mi perro, pero pensé que si se moría iba a quedarme triste así que me decidí por un tigre... ¡Un tigre que no puedo tener! ¿Te sientes querido en Colombia?

Un poco. La gente ha cambiado la mentalidad, también pueden ver sprints y clásicas. Ya no están sólo enfocados a la montaña. Antes en una etapa llana ponían el televisor pero no estaban pendientes; ahora sí lo están porque saben que tenemos opciones día tras día. ¿Y en tu pueblo, La Ceja?

Sí, mucho. Soy muy de casa y de mis amigos. En ocasiones paso por una persona creída, que no saluda. Pero es porque estoy enfocado en la familia y los amigos de toda la vida. A la gente no le gusta, pero si fuera querido por todos no podría ser ciclista. En esta profesión la vida cambia de un momento a otro. Lo más difícil es conservar tu personalid­ad.

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Carta de presentaci­ón. Una de las mayores sorpresas de los últimos tiempos: en 2015 un desconocid­o batía a Mark Cavendish en el Tour de San Luis.
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costado. Fernando le contó a Ainara Hernando que dudó qué animal tatuarse este invierno y finalmente optó por el felino.
Un tigre en el costado. Fernando le contó a Ainara Hernando que dudó qué animal tatuarse este invierno y finalmente optó por el felino.
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nacional. Con sus compatriot­as Sebastián y Sergio Henao, Jarlinson Pantano y Nairo Quintana en el estreno de la reciente Colombia Oro y Paz.
Orgullo nacional. Con sus compatriot­as Sebastián y Sergio Henao, Jarlinson Pantano y Nairo Quintana en el estreno de la reciente Colombia Oro y Paz.

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