Adiós amargo
Allan admite que su adiós al ciclismo profesional fue amargo, saturado por lo que ocurría a su alrededor, sobre todo a nivel de directivos. "Lo más difícil cuando llevas tantos años es mantener la motivación. Levantarte por la mañana, desayunar, estirar y tener ganas de entrenar. Sin esas ganas, por mucho talento que tengas, no vas a ningún lado". En su caso, además confluyeron problemas personales. "Me separé de mi exmujer, con la que tengo dos hijos, y todo aquello me afectó mucho. Aun así, sabía que era sólo un periodo y me quedaban muchas cosas por hacer. ¡Un año antes había sido sexto en el Mundial! Tenía las cualidades, pero necesitaba concentración. Quería empezar a tope 2014. Sin embargo, desaparecieron muchos equipos y me costó no seguir en el ciclismo". La cadena de acontecimientos negativos le obligó a dejar la competición antes de lo que deseaba. "Joseba, sabes de sobra que un profesional necesita estar al 100% en los entrenamientos, la comida, en todo. No sólo los días de carrera, sino los 365 del año. Las cosas que en aquel momento pasaban en mi vida me lo hacían muy difícil. En Orica me dijeron que debía buscarme equipo. La realidad es que quería seguir y lo tenía bien encaminado con Euskaltel-Euskadi, pero al final nada. Con 33 años pensé que lo mejor era pasar página y concentrar mis fuerzas en otra cosa. Me sobró mi última temporada, que fue la peor tanto sobre la bicicleta como fuera de ella".