Picado consigo mismo

Gustavo Muñoz es natural de Guadalajara, pero vive en Madrid desde que nació. Tiene 44 años y lleva 27 trabajando de encargado en un almacén de ropa al por mayor. Su pasión por la bici es más antigua todavía. "A montar me enseñó mi padre de muy crío con una BH de las de toda la vida. La verdadera afición surgió más tarde, ya con 14 años. Un amigo del colegio me metió en un club y terminé enganchado. Competí en la categoría de ciclodeportistas y hasta el año pasado en máster. Me gustaba mucho más la filosofía que había al principio. Matabas el gusanillo, te fogueabas un ratito y podías incluso optar a hacer algún puesto de vez en cuando. Ahora es imposible, está superprofesionalizado. Lo dejé por eso; me quitaron un poco las ganas". Gustavo reconoce que "la bici para mí es otra filosofía, salir y disfrutar con ella metiéndome caña. Me mido y me pico conmigo mismo que es lo que me gusta. También estoy liado con Strava. Siempre digo que hoy no voy a hacer mucho, pero me acabo picando y salen de media 34 km/h. Aunque he tenido algunos entrenadores -Héctor Guerra, Víctor Rodríguez Rielves-, disfruto más yendo por sensaciones y sin ningún tipo de presiones. Es como una terapia que me relaja y me quita de pensar en malos rollos. Los fines de semana iba con una grupeta de Móstoles, pero no me cuadraban bien los horarios y hace un par de años que prefiero salir solo. Entre semana aprovecho para rodar un par de horitas al mediodía". Todos los años acude a unas cuantas marchas. "Suelo ir a la Perico, la Miguel Indurain, los 10.000 del Soplao, Puertos de Guadarrama y la Pedro Herrero. La Quebrantahuesos no la he hecho nunca porque trabajo los sábados y además prefiero pruebas que estén menos masificadas. Hace dos años completé la Sky Road Serra da Estrela en Portugal, que es preciosa y durísima. La Indurain también es muy bonita y me dejó huella porque pude hacer una de las subidas charlando con Miguel. Me impresionó que un campeón de su talla sea tan sencillo. Es un ídolo como persona y como ciclista". Para 2018 le gustaría "volver a la Serra da Estrela y, si pudiera, viajar a Pirineos o a los Dolomitas, donde tengo una espina clavada. Hace dos años fui a Italia a ver a mi prima, que vive a ochenta kilómetros, pero me robaron la bici un mes antes. Aunque me dejaron una mountain bike, no es lo mismo". Tiene dos sueños por cumplir: "Ir un año a la Haute Route y animarme con algún reto solidario en favor de los niños con cáncer". Nos confiesa su pasión "por colgar en mi Instagram (@ gus_mp73) las fotos de todo lo que hago, entrenamientos, marchas, etc." y se despide animando a la gente para que practique ciclismo. "Al principio les resultará duro, pero es tan bonito que termina compensándote todos los esfuerzos".