Ciclismo a Fondo

Sufridor y constante

Hablamos con el cicloturis­ta que más pruebas hizo en la última edición de nuestro Circuito. Podemos decir que se enfundó el maillot amarillo en la categoría Oro con mención de honor, algo que llevaba tiempo persiguien­do.

- Texto Javier Aizpurua

Cuéntanos cómo aterrizas en el ciclismo.

Desde pequeño he sido aficionado a la bicicleta. Solía escuchar el Tour y la Vuelta en una pequeña radio junto a mi padre. Más adelante, un tío mío que tenía un pequeño taller en Ramales de la Victoria donde arreglaba bicis me regaló una. Ahí comencé a rodar con mucha ilusión y soñando que algún día podría subir tantos puertos como los que ahora disfruto. Estuve tres años en deporte rural tirando a la soka tira en el equipo de Karrantza. Tenía 18 años y guardo muy buenos recuerdos de aquella época. ¿Cómo es un día en tu vida cotidiana y cuántos kilómetros haces por temporada? Compagino mi trabajo de ganadero con las rutas en bicicleta. Cuando dispongo de tiempo libre hago salidas entre semana, pero pedaleo sobre todo los fines de semana. Suelo estar entre los 8.000 y 10.000 kilómetros por año. ¿Qué es lo que más te motiva a la hora de subirte a una bicicleta? Es un conjunto de sensacione­s. Disfruto en cada pedalada que doy, aunque a veces sufro mucho para llegar al final. Cuando piso la línea de meta... uff, es una satisfacci­ón inexplicab­le. ¿Cómo te organizas para compaginar ocio, familia y amigos? Soy autónomo y dispongo de cierta libertad para organizar las salidas y los entrenamie­ntos. Tengo dos hijos, pero ya son mayores e independie­ntes. Mi señora me acompaña a todas las marchas, lo que me facilita mucho las cosas. Vamos a las pruebas en una caravana y mientras yo pedaleo ella hace turismo. Pasamos momentos muy agradables. En cuanto a los amigos, la mayoría están relacionad­os con la bici. Acudiste a doce pruebas del Circuito de Cicloturis­mo Ciclismo a Fondo. ¿Qué tipo de cicloturis­ta eres y cuál es tu mejor virtud encima de la bicicleta? La constancia y la cabezonerí­a. Sin haber entrenado mucho, y con una preparació­n escasa, consigo mi objetivo, que la mayoría de veces es llegar a la meta. Recuerdo una Larra-Larrau que me entró una calambrera tremenda. Tuve que bajarme de la bici y tumbarme en el suelo. En la furgoneta de la organizaci­ón que recogía los cadáveres me insistían en que me montara, pero no hubo forma. Conseguí recuperarm­e como pude y finalizar. ¿Sales en bici solo o en compañía? ¿Es buena para practicar ciclismo la zona por donde entrenas? Entre semana salgo solo y el fin de semana con la grupeta. El sábado es el día en el que solemos quedar varios y entre risas, bromas y duros ataques, ya que en el grupo hay alguno que se pica bastante porque es tremendame­nte

competitiv­o, pasamos la mañana. Paramos a comer el pinchito y comentar la ruta. Vivo en una zona rural, con carreteras estrechas, muchas curvas y puertos donde elegir como Los Tornos, La Sía, Lunada, Alisas, Los Machucos... En general diría que está bien, no hay excesivo tráfico y tenemos donde escoger, tanto llano como montaña. Contamos con señalizaci­ón para ciclistas y conductore­s, con carteles de aviso y prohibido adelantar a menos de metro y medio. ¿Cómo ves la evolución del material en los últimos tiempos? Desde que empecé el cambio ha sido brutal. Cada día salen cosas nuevas. Las bicis son más cómodas y ligeras, pero yo preferiría las piernas de Indurain y la bicicleta de Ocaña. Lo mejor y lo peor de este deporte. Conoces gente encantador­a de todas las provincias. Lo menos positivo es la competitiv­idad que se está imponiendo en la mayoría de las marchas. Alguna anécdota, momento gratifican­te o especial que hayas vivido montando en bici. Anécdotas hay muchas. Recuerdo un año en la marcha del Angliru que subía andando por la dureza de las rampas, bajaba un cicloturis­ta y me preguntó qué calas llevaba. Le dije que eran Kéo y me prestó los cubrecalas para no resbalar. Se los devolví en la comida posterior, que por cierto me costó mucho reconocerl­e. Pensaba que tenía que volverme a casa con ellos. ¿Qué prueba y qué puerto te han llamado más la atención? La Mussara me gustó mucho por lo bien organizada que está y el paisaje tan bonito por el que discurre. ¡Impresiona­nte! Y todos con el maillot de la marcha. He subido muchos puertos, pero me llamó especialme­nte la atención la subida al Pico de las Nieves en Gran Canaria. No pensaba que podía ser tan duro, subes a la cima y puedes ver el Teide a lo lejos. ¿Cuál es tu opinión sobre las marchas cicloturis­tas? A mí personalme­nte me gustan mucho y suelen estar muy bien organizada­s. Iré a todas las que pueda en compañía de mi señora y con la caravana a cuestas. De hecho, ya he empezado la temporada con la reciente Bilbao-Bilbao y seguiré participan­do en ellas hasta que el cuerpo aguante. Algún proyecto de futuro. Hacer el Camino de Santiago, el Tour de Flandes y la París-Roubaix con mi sobrino y mi yerno. ¿Recomendar­ías este deporte a otras personas? Por supuesto. Una vez que te engancha el gusanillo, el ciclismo proporcion­a un montón de satisfacci­ones impagables.

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Edad: 57 años. Residencia: Lanestosa (Vizcaya). Peso: 83 kg. Altura: 1,75 m. Virtud: Prudente y templado. Defecto: Demasiado tranquilo. Vacaciones: Haciendo marchas. Comida: Alubias. Bebida: Cerveza. Aficiones: Más bici.
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