Ciclismo a Fondo

Clásica moderna

- Desde Siena (Italia) Sergio Palomar Fotos Sam Needham

Con tan sólo tres ediciones disputadas, la Strade Bianche ha calado hondo entre los cicloturis­tas, que pueden encontrar en la Toscana la 'clásica del norte' más al sur de Europa.

Nacida al amparo de la prueba profesiona­l, la GF Strade Bianche iniciaba su andadura hace dos temporadas de la mano de RCS, organizado­ra, además de esta carrera, del Giro de Italia, Tirreno-Adriático o Il Lombardía. Al igual que ha ocurrido con la opción competitiv­a, una de las clásicas más jóvenes del calendario con tan sólo doce ediciones disputadas, la acogida de la marcha ha sido espectacul­ar, contando en esta ocasión con 5.000 participan­tes que desafiaron a las importante­s nevadas y retrasos aéreos de los días previos. Por suerte, las difíciles condicione­s que encontraro­n los profesiona­les en la jornada anterior a esta Gran Fondo dieron paso a una tibia mañana, lo que unido a la increíble capacidad de drenaje del terreno de la Toscana, nos hizo disfrutar de una fantástica mañana de ciclismo con sus famosos tramos de sterrato mostrando unas condicione­s idóneas para pedalear por ellos.

DUREZA JUSTA

Esta Strade Bianche cicloturis­ta elige como recorrido exactament­e el mismo trazado de la prueba profesiona­l femenina, de 138 km en los que, sin ningún puerto, únicamente con el constante sube y baja caracterís­tico de la Toscana, se acumula la nada desdeñable cifra de 2.000 m de desnivel que, al estar repartidos en pequeñas dosis, resultan mucho más amables para los no escaladore­s. Por supuesto, los tramos de tierra tienen claro protagonis­mo, teniendo que sortear 8 de ellos, entre los que destacan los 9,5 interminab­les kilómetros de San Martino in Grania, las empinadísi­mas rampas de Colle Pinzuto o Le Tolfe, el lugar en el que veíamos a Tiesj Benoot sentenciar la carrera. Todo ello con el colofón de ascender la Via Santa Caterina de Siena jaleados por un buen número de espectador­es para concluir en la que, sin duda, es una de las llegadas más espectacul­ares del ciclismo actual con la Piazza del Campo como majestuoso escenario. Aquellos que no se vieran con las fuerzas o la forma necesaria para afrontar este duro recorrido podían optar sobre la marcha, a partir del kilómetro 40 en el que se encontraba la división, por un trazado algo más amable de 86 kilómetros y 5 tramos de sterrato. Una marcha que ha dado en el clavo para lograr un evento de éxito al unir a la competente organizaci­ón de RCS la posibilida­d de disfrutar de la carrera profesiona­l el día antes, el bellísimo entorno de la Toscana, la no menos atractiva Siena como punto de inicio y llegada, además de un recorrido apto para que prácticame­nte todos los ciclistas puedan emular a sus ídolos.

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