Awet Habtom

Cuando el equipo Polartec-Kometa, la Fundación Contador, arrancó, Ivan Basso puso su fino ojo en un joven eritreo. Su nombre era Awet Habtom y estaba corriendo en el equipo alemán Bike Aid. Potente escalador y buen rodador, con 65 kilos de peso se tiró escapado casi toda la prueba sub23 del Mundial de Bergen y un año antes, en el de Doha, fue séptimo en la CRI de categoría júnior. Basso le dijo a Alberto y a Fran Contador que le hiciesen un hueco en el equipo continental. Así, y después de mucho pelear para conseguir su visado, "que no fue nada fácil, años antes se lo habían denegado y no pudo entrar en el Centro de Alto Rendimiento de Aigle", donde la UCI pule a sus diamantes, lograron hacerle una ficha. Este año llegó a Pinto "con una mochila como equipaje". No traía más, salvo un montón de ganas de comerse el mundo. El staff y la gente más cercana a Alberto Contador le abrieron las puertas hasta de sus vidas para integrarlo lo antes posible. "Le regalamos un diccionario inglés-español, porque de castellano no sabe nada y con el inglés se maneja". Así se comunican con él. "Es muy agradable y honesto". Casi todo el sueldo que gana dando pedales se lo manda a su familia, a sus padres y a sus 10 hermanos. Cuando empezó en el ciclismo a su padre no le gustó. "Nos cuenta que le pedía que lo dejara y fuese con él a ayudarle en la granja que tiene", apuntan miembros del equipo. Ahora él es el sustento de toda la familia. "Su padre no hace más que repetirle que el ciclismo es lo mejor que ha podido hacer en su vida". Awet apunta maneras. Ya ha sido tercero en el Tour de Antalya turco, donde ganó la clasificación de los jóvenes. El GP Miguel Indurain no logró finalizarlo. Una caída entrenando la semana anterior le lastró. Entrenando también ha puesto ya en apuros al mismísimo Alberto Contador. "En la grupeta nos lleva con el gancho. Vamos deseando que pinche alguno para poder parar. Tiene un talento fuera de lo normal y mucha calidad". Apunten su nombre.