TOUR DE FLANDES
En un Tour de Flandes donde la igualdad y el marcaje entre los favoritos fue la tónica, apareció un pletórico Niki Terpstra para ajusticiar la carrera a 27 km de la meta. Iván García Cortina se metió en la fuga del día y coronó en cabeza el Muur.
Terpstra arriesgó y obtuvo recompensa.
QuickStep Floors llegaba a la edición número 102 del Tour de Flandes después de ganar siete de las once clásicas flamencas previas a De Ronde. Daba miedo pensar en semejante dominio. Siete victorias sin intervención de Philippe Gilbert, triunfador aquí en 2017 y teórico líder de los de Lefevere para el segundo monumento de 2018. Al conjunto belga le ocurre en las clásicas del pavés lo que al Team Sky en las pruebas por etapas: tienen tanto fuera de serie en sus filas que se pueden permitir el lujo de ganar con los teóricos actores secundarios, aunque llamarles secundarios roza el sacrilegio. Y así fue como sucedió en esta ocasión. El Tour de Flandes se lo llevó Niki Terpstra. Salvando las distancias, el neerlandés es al QuickStep lo que Michal Kwiatkowski al Team Sky. Un comodín que brilla igual trabajando que resolviendo papeletas. A la chita callando se ha labrado un palmarés al alcance de muy poquitos y este éxito, su segundo monumento después de ganar la París-Roubaix hace cuatro años, le encumbra definitivamente al olimpo. Su triple corona -Le Samyn, E3 Harelbeke y Tour de Flandes- le acredita como rey de las clásicas flamencas en la presente temporada.
PERMISO PARA FUGARSE
Fiesta grande en Grote Markt, la plaza principal de Amberes rebosante de aficionados, donde en un escenario gigante, como si de un concierto de rock se tratara, los equipos iban desfilando antes de tomar la salida. 264,7 kilómetros por delante con 5 tramos adoquinados y 18 bergs o muros, la mitad también adoquinados. Los 120 km iniciales, hasta el primero de los tres pasos por el Oude Kwaremont, suelen ser terreno abonado para que una fuga tempranera amase un buen colchón de tiempo. Esta vez costó un mundo que el pelotón la permitiera. Pasaron 70 kilómetros de ataques y contraataques hasta que al fin dejaron marchar a once corredores: Pim Ligthart y Floris Gerts (Roompot), Aimé De Gendt (Sport Vlaanderen), Pascal Eenkhoorn (LottoNL-Jumbo), Filippo Ganna (UAE), Iván García Cortina (Bahrain-Merida), Ryan Gibbons (Dimension Data), Michael Goolaerts (Veranda's Willems) -tristemente fallecido siete días después en la Roubaix-, Marco Haller (Katusha), Dimitri Peyskens (WB Aqua ProtectVeranclassic) y Jimmy Turgis (Cofidis). Entre QuickStep, BMC, Bora y Sky se encargaron de que la máxima ventaja apenas superara los cinco minutos. Se pasaron Oude Kwaremont, Kortekeer, Edelare, Wolvenberg, Leberg, Berendries y Tenbosse sin que hubiera el más mínimo movimiento destacable. Sólo una caída, en la que se vieron involucrados Naesen, Valgren, Lutsenko, Durbridge y Stannard, confirmaba el aumento de la tensión que siempre supone acercarse a Geraardsbergen y su mítico Kapelmuur, por mucho que en la nueva versión de De Ronde esté situado a 94 km del final en Oudenaarde. Para el desenlace de la carrera no tuvo ninguna consecuencia, pero para el orgullo patrio nos dejó el placer de ver a Iván García Cortina presentar sus credenciales y coronarlo en solitario tras dejar a sus diez compañeros de escapada. El control de Groupama-FDJ y el cambio de ritmo de QuickStep en el Kanarieberg terminaron de recortar las diferencias con los de cabeza. Su aventura concluyó salvo para el asturiano del Bahrain-Merida, que encontró un
nuevo compañero de aventura en Tom Devriendt (Wanty), con quien volvió a poner tierra de por medio. En el segundo paso por Oude Kwaremont un acelerón de Lampaert cortó el grupo de favoritos, con Sagan entre los perjudicados en el segundo pelotón, pero enseguida enlazaron ya camino del Paterberg. Nada que ver cómo se afronta en esta primera pasada a 53 kilómetros del desenlace. En el temible Koppenberg empezaron a suceder cosas importantes. Por detrás saltaban Magnus Cort Nielsen (Astana), Mads Pedersen (Trek-Segafredo), Sebastian Langeveld (Education FirstDrapac) y Dylan van Baarle (Sky), que atraparon a los dos fugados, quienes pronto acusaron la paliza y cedieron, lo mismo que el danés Cort Nielsen. Apenas había medio minuto entre el trío que abría la carrera y el selecto paquete de favoritos, mucho más reducido merced a un acelerón del futuro ganador.
NIBALI ‘LANZA’ A TERPSTRA
Al ataque de Terpstra sobreviven Benoot, Gilbert, Van Avermaet, Sagan, Van Aert, Vanmarcke, Stuyven, Kristoff y un sorprendente Nibali, brillante en su primera aparición en De Ronde -¡qué interesante hubiera sido ver debutando también a Alejandro Valverde!-. Boasson Hagen, Colbrelli, Démare, Haussler, Kwiatkowski, Lampaert, Moscon, Oss, Politt, Roelandts, Stybar, Teunissen, Trentin, Valgren y Naesen, que se había
pegado un calentón impresionante para empalmar tras su caída, terminan conectando. El Taaienberg, siguiente dificultad, registra otra dura batalla. A falta de Tom Boonen, el que la monta es un Greg Van Avermaet que busca con ahínco levantar los brazos al fin en la gran carrera de casa. Su acelerón sostenido pone en aprietos a casi todos. Vanmarcke, Stybar, Van Aert, Valgren, Sagan y Kristoff resisten a duras penas, pero vuelve a pasar lo mismo que en el Koppenberg. El marcaje y el miedo a llevar a rueda gente más rápida que luego te van a ganar 99 de cada 100 veces impide la continuidad y se junta una treintena que no acaba de cerrar el medio minuto que mantienen Pedersen, Langeveld y Van Baarle. A 30 km para la conclusión es el turno del Kruisberg, donde es Colbrelli quien prueba, secundado por un Stybar dispuesto a hacer sangre. Un kilómetro al 6% subido a toda pastilla que pone las pulsaciones a mil. Aunque tampoco se llegó a producir el corte, tuvo mucho que ver con lo que sucedería a continuación, porque es precisamente después de coronar el antepenúltimo muro cuando cuaja el ataque decisivo. Lo provoca Vincenzo Nibali, pero Niki Terpstra, muy atento, se suelda a su rueda y poco después le remacha. El Tiburón no puede seguirle en un tramo de asfalto sin excesiva pendiente y el neerlandés del QuickStep pone tierra de por medio. Terpstra es el ciclista tocado por la varita mágica en este abril flamenco de 2018. Ya lo demostró ganando pocos días atrás en Harelbeke y en De Ronde repitió la jugada. Antes de que puedan organizarse mínimamente atrás, ya está más cerca del trío cabecero que sus perseguidores de él. En la siempre complicada y ventosa transición al Oude Kwaremont les ha ganado la partida a todos. Qué
importante es siempre dar primero y más cuando lo haces en el momento justo. 2.200 metros de pavés al 4,2% en los que el holandés vuela. Llega como una exhalación a los de punta y sin respiro suelta un demarraje. Sólo el talentoso Pedersen -impresionante debut el suyo con 22 añitos- intenta reaccionar, pero la tortura es demasiada y antes de coronar el penúltimo tiene que claudicar. Detrás, los favoritos hacen la guerra por su cuenta. Ataque de Vanmarcke; ataque de Benoot. Siembran el Kwaremont de cadáveres. Ya hay 40 segundos de hueco. Queda el Paterberg, esos 300 metros tremendos que pueden ser la última oportunidad, el trampolín. La decena que sobrevive en persecución de Terpstra -Sagan, Van Avermaet, Benoot, Vanmarcke, Stuyven, Van Baarle, Stybar, Van Aert y Gilbert- recorta un poco y entra en el último muro con treinta segundos de retraso. Sagan quema sus naves y se marcha en lo más duro en un intento por cazar en solitario. En un principio reduce la desventaja, pero es un espejismo; ni siquiera llega hasta el danés Pedersen, quien se deja la vida en el intento -exitoso- por conservar la segunda plaza. A 8 kilómetros de meta el eslovaco desiste. Durante algunos minutos los perseguidores relevan en armonía, pero ya es demasiado tarde. Niki Terpstra se sabe ganador y los tres kilómetros finales son para él pura gloria. Hace cuatro años lo saboreó en Roubaix, ahora lo hace en Oudenaarde. Philippe Gilbert, campeón saliente, pone la guinda a la fiesta del QuickStep Floors completando el podio.