Ciclismo a Fondo

El Águila ya vuela sobre Toledo

- Desde Toledo Álvaro Calleja Fotos Rafa Gómez

Han tenido que pasar casi seis décadas completas para que Federico Martín Bahamontes, el primer español en ganar el Tour de Francia allá por 1959, haya podido ver cumplido uno de sus grandes sueños: el de quedar inmortaliz­ado para siempre en su Toledo querida. De bronce y con casi 1,90 metros de altura, El Águila de Toledo ya reposa sobre la cima de la Ciudad Imperial. El lugar, inmejorabl­e, pues la estatua del mejor escalador de la historia de la ronda gala se encuentra en el paseo del Miradero, en plena subida a Zocodover, centro neurálgico de la capital manchega y muchos años fin de fiesta de la Vuelta a Toledo, organizada durante medio siglo -hasta 2016- por el propio Bahamontes. "Casi 60 años he tenido que esperar, más que para poder casarme con Fermina", bromeó el mito viviente durante el acto de homenaje que el Ayuntamien­to de Toledo y la Fundación Soliss le brindaron este mes de mayo con motivo de la inauguraci­ón de una estatua, obra del artista Javier Molina, que ha tenido en vilo durante los dos últimos años a su protagonis­ta, pues tanto tiempo se dilató el proceso que llegó a pensar que no la vería finalizada. Tan lúcido y en tan saludable estado como siempre, Bahamontes, que en julio cumplirá noventa primaveras, fue el maestro de ceremonias de un día que comenzó subido en un descapotab­le para rememorar su entrada triunfal de septiembre de 1959, cuando sus paisanos abarrotaro­n el centro de la ciudad para brindar por su triunfo en Francia, y que terminó fotografiá­ndose junto al Fede de bronce y acompañado por otras tres leyendas del ciclismo español, Miguel Indurain, Pedro Delgado y Carlos Sastre, quienes no se quisieron perder el merecidísi­mo homenaje de Toledo a su Águila.

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