¿Por qué se me duermen las manos?
Guantes de gel, doble cinta, manillar plano, redondo... no había manera. Con cualquier cosa mis manos terminaban durmiéndose al poco de comenzar las salidas en bici. Me llamo Leandro Martín, soy de Colmenar y os cuento aquí cómo poniéndome en contacto con Jon Iriberri, el biomecánico de esta revista, descubrí el origen de mi problema y, lo más importante, la solución.
Lo primero que me explicó Jon fue el reparto de masas sobre la bici, en la que disponemos de tres puntos de apoyo: sillín, manillar y pedales. Nuestro peso -la masa para ser estrictos- debe repartirse correctamente entre los tres. En mi caso, tenía una bicicleta excesivamente larga y baja para que ello fuese posible. Ese era el primer fallo, los puntos de apoyo no favorecían un correcto equilibrio de mis kilos. Así que lo primero que hicimos fue acortar la bicicleta y subir el manillar. Aunque estéticamente era un auténtico horror, enseguida comprendí que no había otro camino, por lo menos hasta que ahorrase para un modelo mucho más apropiado para mí. Con ese primer punto sólo iniciamos el proceso, no habíamos encontrado la solución completa. Modificado el apoyo del manillar -elevándolo y poniendo un modelo supercompact que me acercaba el apoyo-, era el turno del sillín. Sería largo exponerlo aquí, pero las explicaciones que me dio Iriberri sobre por qué el sillín que llevaba no era el correcto y cuál era el que necesitaba dan para una monografía en un máster universitario. Resumiendo, con un sillín adecuado a mis características y colocado correctamente consiguió que me sentara estupendamente. De hecho, jamás había sentido tanto apoyo en un sillín... y, curiosamente, ¡era más estrecho del que llevaba!
PROCESO DE AJUSTE
Ya estaba, se supone, bien colocado sobre la bici, con todas las medidas correctas y los materiales apropiados. Pero, ¿habíamos terminado? La verdad es que no, simplemente habíamos sentado las bases mecánicas para empezar el proceso de ajuste. Nos quedaba el tercer punto de apoyo y reparto de masas y, como pude comprobar, el más importante: los pedales. ¿Cómo es posible llevar masa a los pedales y quitar del sillín y el manillar? Pues haciendo fuerza sobre ellos, ni más ni menos. Es decir, en vez de que el molinillo de las bielas arrastre mis piernas, que sean mis piernas las que controlen el movimiento pedaleando correctamente. Seguíamos avanzando hacia la mejora sustancial de mis capacidades en bicicleta. Ya había entendido que la posición es apenas una pequeña parte del proceso. Era el momento de aprender a pedalear siguiendo las instrucciones recibidas y, siendo honesto conmigo mismo, moderar las salidas e intensidad de las mismas a mis capacidades. Han pasado varios meses y he seguido un proceso que me ha llevado al éxito. Ha desaparecido el adormecimiento, disfruto mucho más de mis rutas en bicicleta y me he concienciado de lo que soy capaz y de lo que no, algo que, sin duda alguna, al final es lo más importante en todos los órdenes de la vida.