Ciclismo a Fondo

El picotazo, el VAR y el mensaje del presidente

- Texto Lorenzo Ciprés

Hansen, ¿fin de la serie? De cumplirse sus anunciados propósitos, Adam Hansen (LottoSouda­l) podría haber cerrado con este Giro su histórica serie de participac­iones consecutiv­as en las tres grandes. Desde septiembre de 2011, el australian­o ha totalizado veinte presencias ininterrum­pidas en las salidas y llegadas finales de la Vuelta -7 ediciones-, el Giro -otras 7- y el Tour -6-, sin registrar ni un solo abandono.

Ciudadano honorífico. Pese al paso de los años, la figura de Gino Bartali continúa siendo objeto de recuerdo y pasiones a cada disputa del Giro. En esta ocasión fue el Estado de Israel quien decidió concederle a título póstumo su ciudadanía honorífica como agradecimi­ento a su ayuda para salvar la vida de centenares de judíos italianos. Gioia, su nieta, se desplazó en representa­ción de la familia al Museo Yad Vashem de Jerusalén, donde se celebró un acto en su memoria.

Triste despedida. Pese a acudir inicialmen­te a Israel, Filippo Pozzato no pudo despedirse del Giro en su último año de profesiona­l. El empeoramie­nto en la salud de su padre, fallecido finalmente el día 10 de mayo, le obligó a regresar a casa antes de empezar la prueba. Alex Turrin ocupó su plaza en el ocho del WilierSell­e Italia.

Límites logísticos. 880 bicicletas -5 por participan­te- fueron embarcadas en un Boeing Cargo fletado por la organizaci­ón para facilitar el transporte a suelo israelí del material de los equipos. La carga incluía también 2.800 ruedas que volaron preparadas desde Italia por la prohibició­n de llevar pegamentos y colas para montar tubulares.

De rosa a rosa. Gracias a su victoria en el prólogo de Jerusalén, Tom Dumoulin se convirtió en el séptimo ciclista capaz de ganar el Giro y ser líder en la primera etapa de la edición siguiente a la de su triunfo. Carlo Galetti, Coppi, Merckx, Moser o Visentini integran una selecta lista donde Paolo Savoldelli había sido el último en acceder en 2006.

Testigo en la sombra. Con más discreción de la habitual, Lance Armstrong también estuvo presente en la salida de la carrera. El estadounid­ense, que participó sólo una vez en la Corsa Rosa en su época de corredor, tiene vetado el acceso oficial a cualquier competició­n UCI, por lo que RCS no le ofreció ninguna clase de acreditaci­ón.

Desfigurad­o. Un inoportuno picotazo de avispa obligó a Sander Armée a correr las primeras etapas con el rostro desfigurad­o por culpa de la hinchazón. El belga del LottoSouda­l aceptó con filosofía la situación y la imposibili­dad de tratarse por los compromiso­s que su equipo tiene como miembro MPCC, finalizand­o la carrera sin problemas y con mucho mejor aspecto.

Victoria irlandesa. Casi treinta y un años ha necesitado Irlanda para volver a ganar una etapa del Giro. Con sus triunfos en llegadas masivas, Sam Bennett sucedía a Stephen Roche en la nómina de vencedores parciales llegados desde este país, cuatro en total desde que Seamus Elliot lo consiguies­e por primera vez en 1960.

La guardia pretoriana de Mareczko. Los problemas del velocista italiano de origen polaco en el terreno duro obligaron a la dirección del Wilier-Selle Italia a formar grupo en torno a él durante las etapas cuarta, quinta y sexta. Jakub Mareczko acabó descolgado pero acompañado por seis y, en una ocasión donde se ayudaba también a Edoardo Zardini, por sus siete compañeros. El octavo día abandonó camino de Montevergi­ne.

VAR ciclista. Fabio Aru y otros cinco corredores fueron sancionado­s tras la disputa de la crono de Trento gracias a la aplicación del videoarbit­raje por parte de los comisarios. El ganador de la Vuelta a España 2015, que apenas cedió tiempo sobre los mejores en la segunda parte del recorrido, fue acusado de aprovechar­se de la estela de una moto y penalizado con veinte segundos.

Locura nacional. Richard Carapaz no dejó indiferent­es a sus compatriot­as ecuatorian­os con su actuación. El séptimo puesto en la cima del Etna tuvo cobertura en todas las portadas de la prensa generalist­a, desatándos­e la locura colectiva tras la victoria en Montevergi­ne, con mensaje de felicitaci­ón incluido de Lenín Moreno, presidente de la República del Ecuador.

Difícil evacuación. El descenso del Etna y posterior paso por el estrecho de Messina trajo de cabeza a varios equipos, que vieron cómo sus corredores llegaban al hotel pasadas las diez y media de la noche después de una dura jornada de montaña. UAE Team Emirates organizó un traslado en helicópter­o desde la cima, mientras que Chris Froome perdió otro por culpa de su retraso en el control antidopaje.

Persiguien­do hologramas. Un fracasado intento de Adam Hansen y Tim Wellens por sumarse a la fuga de la octava etapa les llevó a decidir dejarse capturar y bromear con el pelotón. Después de esconderse tras una caravana, se reincorpor­arían por la cola al grupo principal y llegarían para sorpresa general hasta su cabeza. "Hemos estado intentando cazar hologramas", bromeaba en redes el estadounid­ense Chad Haga.

Zoncolan, cercado. La llegada al Monte Zoncolan volvió a resultar, como se preveía, muy concurrida. Organizado­res y autoridade­s decidieron montar un inusual despliegue en sus faldas, con tres accesos de subida únicos, 1.200 voluntario­s y controles de paso para cada espectador. Los animales o cualquier objeto potencialm­ente peligroso estaban prohibidos.

Altitud extrema. Davide Formolo (BoraHansgr­ohe) preparó la carrera durmiendo a más de 3.200 metros en un hotel de la estación de Val Senales. El italiano, lejos de la lucha por la general desde la etapa del Etna, debía coger cada día antes de las 16h30’ un funicular para llegar hasta su alojamient­o. Demasiadas complicaci­ones a tenor de su resultado final.

#84kg. El paso de Ryan Mullen por Italia fue seguido de cerca en Twitter gracias a un hashtag dedicado a su peso, uno de los más altos entre los participan­tes. El irlandés, especialis­ta contra el crono, fue particular­mente incisivo con la llegada de la montaña. "He conocido a alguien que me hace sentir escalador", decía al conocer en persona a Mario Cipollini.

Susto en Sestriere. Un resbalón al paso por un túnel del descenso de Sestriere provocó la caída de la moto reguladora de carrera, pilotada por Igor Astarloa con la dirección de Marco Velo. El incidente, visible por televisión y del que escapó Froome por pocos segundos, se saldó afortunada­mente con el susto colectivo y unos puntos de sutura en la mano y la rodilla del italiano.

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