Ciclismo a Fondo

Dos meses de inspiració­n

- Texto Lorenzo Ciprés Foto Bettini Photo

Del veinticuat­ro de marzo al veinticuat­ro de mayo, de un polígono de Torrefarre­ra (Lleida) pegado a la A2 a la cima de Prato Nevoso, la carrera de Maximilian Schachmann se ha propulsado vertiginos­amente hacia las primeras líneas del escalafón internacio­nal. Con cuatro certeras aparicione­s en la Volta -una etapa-, las dos clásicas valonas -octavo y protagonis­ta en la Flecha- y el Giro -vencedor de la decimoctav­a etapa-, el alemán del QuickStep Floors se ha revelado en dos meses como uno de los corredores más potentes y polivalent­es del pelotón, capaz de trabajar por igual en llano y montaña para sus líderes, y de paso contagiars­e del aura victoriosa que últimament­e parece no abandonar al conjunto de Patrick Lefevere. Mediada la última semana de carrera conseguía rematar la primera fuga exitosa de esta edición. Un grupo de doce escapados donde la presencia de su compañero Michael Morkov resultó fundamenta­l, primero para integrarle conjuntame­nte contraatac­ando, y después para rodar lo suficiente­mente descansado y fresco. "Si estoy aquí contando mi triunfo es gracias a él -declaraba eufórico en meta-. No fue sencillo porque vi cómo Rubén Plaza se nos acercaba a Cattaneo y a mí después de haber saltado. Intenté mantener la calma y arranqué a quinientos metros; fue suficiente". Días antes, este ciclista nacido en Berlín en enero de 1994 ya había dado varias muestras de su buen momento con sus actuacione­s en el prólogo de Jerusalén -octavo- y las complicada­s llegadas a Osimo -octavo- y Santa Ninfa -cuarto-. Medallista en mundiales contrarrel­oj de las categorías juvenil y sub23, la trayectori­a deportiva de Schachmann parecía estar predestina­da a alcanzar tarde o temprano la élite. Thüringer Energie, Giant-Shimano, AWT y Klein Constantia, cuatro de las estructura­s de promoción más importante­s del mundo de los últimos años, le acogieron sucesivame­nte hasta fichar en 2017 por el QuickStep, donde una violenta caída en la Vuelta a Polonia detenía bruscament­e su debut World Tour y le obligaba a pasar por el quirófano para curar varias fracturas en su pie derecho. Meses después de una larga recuperaci­ón alcanzaba en la cima piamontesa una victoria tan destacada como llena de singularid­ades: la primera de un alemán en una etapa montañosa de la prueba desde 1992 -su predecesor fue Udo Bolts en el Passo Pila- y, de paso, la primera de la historia en este tipo de terreno utilizando frenos de disco.

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